El Universal/La Voz de Michoacán. México. Mentir, o al menos decir alguna que otra mentirijilla, es un pegamento social que nos une a todas las criaturas. Y, aunque no somos muy buenos para detectar mentiras, podría haber un simple truco para ayudarte a identificar algunos patrones de falsedad entre nosotros. La zoóloga y autora Lucy Cooke se dispuso a descubrir por qué el comportamiento oculto está presente en todo el reino animal. Corrompemos la verdad para mantener la paz Algunos humanos aseguran no haber mentido jamás. Frecuentemente, lo que definimos como "mentir" es cuando alguien se propone engañarnos ya sea con palabras o acciones. Pero en realidad, las conversaciones normales solo tienen lugar porque nosotros no decimos exactamente lo que pensamos o queremos decir. Imagina que en cada charla que tienes, tu interlocutor te dice lo que realmente piensa sobre ti y tus decisiones. Eso sería insoportable. Y es que a pocos de nosotros se nos ocurriría revelar que no nos gusta el nuevo peinado de alguien. Nos hemos dado cuenta de que ser 100% sinceros puede causar más mal que bien y éste es un tipo de acuerdo clave en muchas interacciones sociales. Así que sí, mentir nos define como sociedad y nos mantiene en un mundo de paz y armonía. Un tercio de nosotros miente cada día "Alrededor de un tercio de la población cuenta una gran mentira cada día", dice el psicólogo Richard Wiseman. Aún así, una encuesta reciente muestra que un 5% de nosotros asegura no haber mentido jamás. Parece que algunos de nosotros no podemos decir la verdad ni en una encuesta anónima... Ni los jueces saben detectar mentiras Los seres humanos no somos especialmente habilidosos para detectar mentiras. "Somos muy buenos mintiendo, pero muy malos detectando las mentiras", agrega el doctor Wiseman. Nos creemos buenos rastreando a los mentirosos, pero cuando pones a dos personas en un laboratorio y les muestras un video donde una persona miente y otra donde dicen la verdad, solo el 50% de ellos sabrá cuál es cuál. Y el mismo porcentaje se aplica para policías, abogados e incluso jueces. Usa tus oídos y no tus ojos Para detectar mentiras, mejor usar los oídos y no los ojos. La razón por la que no somos buenos detectando mentirosos es porque somos seres visuales. Grandes partes de nuestro cerebro se dedican al procesamiento visual, y es por ello que nos apoyamos en este tipo de pistas cuando intentamos descubrir a alguien mintiendo: ¿se mueven alrededor del asiento?, ¿gesticulan mucho?, ¿cómo son sus expresiones faciales? Pero muchos de estos gestos se pueden controlar. De hecho, los buenos mentirosos saben las señales de alarma que el interlocutor busca para descubrirnos. Sin embargo, para los mentirosos es mucho más difícil controlar lo que dicen y cómo lo dicen. Los mentirosos, en general, hablan menos, tardan en responder preguntas y tienden a distanciarse emocionalmente de sí mismos. Por eso dejan de utilizar palabras como yo, mi o mío. ¿Eres buen mentiroso? El truco de la Q te ayuda a saber si eres o no un buen mentiroso. Algunos mentimos mejor que otros, y el psicólogo Richard Wiseman tiene una prueba para distinguir a ambos grupos. Se le llama "la prueba Q" y se puede completar en cerca de 5 segundos. Extiende el dedo índice de tu mano dominante y dibuja una Q en tu frente. La pregunta es, ¿pusiste el palito de la Q sobre tu ojo derecho o izquierdo? O en otras palabras, ¿dibujaste la Q de manera que la lees tú o la persona de enfrente? La teoría indica que si pusiste el palito sobre tu ojo izquierdo o para que la persona de enfrente lo lea, siempre piensas en cómo otras personas te perciben y, por tanto, deberías ser un buen mentiroso. Pero si la dibujas para ti, ves el mundo desde tu punto de vista y tiendes más a la honestidad. Los animales mienten con astucia Nuca confíes en un gallo. El engaño se encuentra en todas partes. En el reino animal, las criaturas se mienten unas a otras usando camuflajes o comportándose para sobrevivir. Algunas veces, los gallos emplean el cacareo que anuncia la comida para atraer a las gallinas, y una vez se acercan, utilizan el truco para copular en vez de comer. También, solemos pensar que las aves marinas están a menudo en pareja y se mantienen fieles. Pero científicos han descubierto que algunas de estas aves que se aparean de por vida se involucran de forma oculta en relaciones "extramatrimoniales" si consideran que su amante aumenta sus probabilidades de mejorar su descendencia. ¿Cuándo empezamos a mentir? Aprendemos a mentir desde edades muy tempranas. Richard Wiseman afirma que existen estudios interesantes para determinar a qué edad los niños empiezan a mentir. "Traes niños a una habitación y les dices: 'Oye, estamos poniendo tu juguete favorito detrás de ti, pero no mires'. Luego repites la advertencia antes de abandonar la habitación. Si los miras a través de cámaras de televisión, al cabo de unos minutos mirarán el juguete", explica el psicólogo. "Si utilizas para el experimento a niños de tres años, justo cuando comienzan a perfeccionar su lenguaje, encontrarás que la mitad de ellos responderán que no miraron el juguete si les preguntas", dice Wiseman, quien agrega que a los cinco años ya ninguno de ellos dirá la verdad. Una larga historia de mentiras estratégicas A veces la mentira es la mejor estrategia.... Mentir es una parte importante de ser capaz de transitar por este largo y complejo mundo social. Para los chimpancés, vivir en comunidad tiene grandes ventajas ya que les permite dividir la responsabilidad de buscar comida y vigilar a otros depredadores. Pero cuando se compite con otros para comer, las peleas pueden resultar en lesiones y daños que pueden repercutir en el bien del grupo. Así que ser sigiloso puede ser bueno para ti y para el resto. El engaño táctico tiene un largo historial de evolución en las especies. Una sociedad avanzada que se desarrolla en armonía es la que sabe engañar de vez en cuando. Algunos estudios muestran que mientras más sofisticado es el animal, más comunes son este tipo de juegos.