EFE / La Voz de Michoacán Madrid. Los síndromes progeroides, que incluyen el síndrome de Hutchinson-Gilford y el de Werner, son enfermedades poco frecuentes que causan envejecimiento acelerado en niños y adolescentes, y actualmente no existen terapias eficaces. Ahora, un equipo científico ha identificado una nueva diana para su tratamiento. Su descripción se publica en la revista Science Translational Medicine, en un artículo que firman, entre otros, el español Juan Carlos Izpisúa, del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk de La Jolla (California), y Francesco Della Valle, de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología (KAUST), en Arabia Saudí. La investigación se centra en una pieza de ARN conocida como LINE-1; en concreto, los investigadores observaron que este ARN se acumula en las células de los pacientes con progeria y constataron, en experimentos con ratones, que al inhibirlo se revierten los síntomas de envejecimiento y se prolonga la vida de los animales. "Estos hallazgos proporcionan una nueva visión de los síndromes progeroides y cómo tratarlos, a la vez que resalta la importancia del ARN LINE-1 en el envejecimiento normal", resume Izpisúa. Los síndromes progeroides causan envejecimiento acelerado en los pacientes, que no solo desarrollan un aspecto físico enjevecido, sino también síntomas y enfermedades propias de la edad avanzada, como enfermedades cardíacas, cataratas, diabetes de tipo 2, osteoporosis y cáncer, recuerda una nota del Salk. Este estudio está basado en varios conocimientos previos. Por un lado, el equipo ya sabía que una de las firmas moleculares que están detrás del envejecimiento normal y del envejecimiento de estos síndromes es la alteración de la organización general del ADN en el núcleo celular. Por otro lado, el equipo también conocía que una parte muy elevada del genoma, alrededor del 20%, la constituyen los LINE-1, elementos pertenecientes a la familia de los retrotransposones, unos fragmentos de ADN capaces de moverse por el genoma. Estos pueden alterar la estabilidad y evolución del genoma, y están asociados a varias enfermedades, como el envejecimiento. En el estudio actual, los investigadores identificaron que el ARN del LINE-1 se acumula en las células de los pacientes con síndrome progeroide (en el laboratorio, vieron que sus células tenían entre 4 y 7 veces más de este ARN que las células de individuos sanos). "Esta acumulación de niveles de ARN conduce a alteraciones en la organización del ADN y al desarrollo de otras complicaciones en las células, lo que finalmente provoca la pérdida de la función celular". Para Izpisúa, además de descubrir ciertos aspectos de los mecanismos de cómo funcionan estos elementos, lo más relevante, desde el punto de vista práctico, es que cuando se disminuye la actividad de LINE-1 se extiende la vida y la salud de los modelos animales de progeria. El equipo desarrolló entonces moléculas que podían unirse específicamente al ARN LINE-1, impidiendo su acumulación en las células; para administrarlas utilizaron unos pequeños trozos de moléculas de ARN diseñadas para unirse a dianas específicas y bloquear o modificar su función. Esta tecnología se está probando para varias enfermedades, como el cáncer, y está aprobada, por ejemplo, para tratar la distrofia muscular. "Dado que esta tecnología está disponible y aprobada en diversos ensayos clínicos para algunas enfermedades, la identificación de esta nueva vía de rejuvenecimiento celular allana el camino para una mayor exploración de LINE-1 como diana terapéutica para los síndromes de envejecimiento acelerado", indica a Efe Izpisúa, también director de los laboratorios Altos en San Diego. Este enfoque podría en un futuro extenderse al envejecimiento fisiológico normal: "Con el tiempo creemos que una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes a la actividad de Line-1 servirá para potenciar el rejuvenecimiento celular y para paliar los efectos negativos de muchas enfermedades asociadas al envejecimiento". Por parte española también participaron Estrella Núñez, de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, y Alfonso Saera, de Sequentia Biotech.