Ciudad de México.- La organización ConConciencia México analizó con drones y cámaras submarinas el comportamiento del tiburón ballena ante la presencia de embarcaciones turísticas y nadadores en las penínsulas de Baja California y Yucatán. La principal amenaza para estas especies es la pérdida del hábitat, la destrucción del manglar y la pesca indiscriminada, además, las actividades turísticas mal manejadas afectan a este pez considerado el más grande del mundo y en peligro de extinción. Por ello, el proyecto Tiburón Ballena México dirigido por la doctora en ciencias Dení Ramírez Macías busca conservar el hábitat de este tiburón, así como de mantas gigantes, tortugas, delfines y otras especies. La investigadora explicó que además de traer beneficios ecológicos, la conservación de estas especies es una oportunidad para aprovechar de forma económica un recurso natural. Ejemplificó que tan solo el año pasado se calculó una derrama económica de 23 millones 300 mil pesos para la ciudad de La Paz, en Baja California, por actividades turísticas relacionadas con este pez. Sin embargo, mencionó que los datos del proyecto Tiburón Ballena México arrojaron que de los 126 ejemplares que llegaron al Golfo de California ese mismo año, 56 por ciento fueron lastimados por embarcaciones que les ocasionaron roces y cortes profundos con las propelas. Por ello, la doctora mencionó que para armonizar la mejora económica, la organización WWF (del inglés World Wildlife Fund) intenta divulgar la importancia de las buenas prácticas turísticas para el cuidado de este pez. Además, brindó su apoyo al proyecto Tiburón Ballena México para que investigara otra consecuencia menos observable: el cambio en el comportamiento del tiburón ballena por la presencia del turismo. “Lo que buscábamos con este proyecto era obtener datos no invasivos del comportamiento del tiburón, para ello utilizamos cámaras en las aletas dorsales del animal y drones para filmar desde el aire”, explicó. La bióloga narró que colocar las cámaras a los tiburones fue todo un reto, pues se tuvieron que hacer ensayos con distintas pinzas para enganchar el equipo de filmación, pero los tiburones giraban de forma brusca y tiraban la pinza, por lo que se necesitó la construcción y prueba de tres prototipos hasta encontrar el que no generara una respuesta adversa en los animales. “Cuando logramos colocar las cámaras correctamente, los tiburones se convirtieron en camarógrafos”, destacó la investigadora. “Y aunque el trabajo para lograr el prototipo adecuado duró toda la temporada, ahora tenemos la herramienta apropiada para en la siguiente migración observar cómo el tiburón interactúa con otras especies, con los turistas y obtener otros datos sobre su ecología”, añadió. Ramírez Macías puntualizó que mediante un muestreo se logró analizar el comportamiento de 30 ejemplares de tiburón ballena mientras se alimentaban y el de 90 cuando no se encontraban comiendo. Los resultados arrojaron que 22 por ciento de los tiburones que no se alimentaban reaccionó ante la presencia de las embarcaciones. La mitad de ellos lo hizo cambiando su dirección de nado y la otra mitad buceo al detectar la presencia de un barco o una lancha. En cuanto a la reacción ante los nadadores, la bióloga explicó que 60 por ciento de los animales respondió ante su presencia, ya sea buceando, evadiendo a los nadadores o cambiando de dirección. Ramírez Macías añadió que en el grupo de los tiburones que se encontraban comiendo hubo un cese en la alimentación en 100 por ciento ante los encuentros entre el animal y la embarcación o el turista. “Las afecciones al tiburón ballena ocasionadas por la actividad turística pueden minimizarse si se siguen las reglas establecidas para una buena práctica turística y los programas nacionales de manejo establecidos por la Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales)”, puntualizó. El proyecto Tiburón Ballena México lleva 12 años estudiando este enorme animal acuático y pretende seguir su proyecto de conservación y educación de las comunidades locales.