EFE / La Voz de Michoacán París. La Agencia Espacial Europea (ESA) recurrirá a lanzadores de la firma privada estadounidense Space X para dos lanzamientos debido a los retrasos del cohete europeo Ariane 6 y la interrupción de la colaboración con los rusos Soyuz. "Se trata de una medida temporal", recalcó este jueves el director general de la ESA, Josef Aschbacher, durante una rueda de prensa tras una reunión del Consejo de la agencia. Las misiones afectadas son Euclid y Hera. La primera se lanzará en 2023 y tiene previsto estudiar la expansión del Universo, mientras que la segunda despegaría a finales de 2024 para llevar una sonda al asteroide del mismo nombre contra el que recientemente impactó una misión de la NASA estadounidense para desviarlo. Los cohetes Space X son reutilizables y la ESA ya recurrió a uno en 2020 para poner en órbita un satélite del programa de observación terrestre Copernico. Otra misión, EarthCare, que llevará un satélite europeo de observación terrestre, se lanzará a comienzos de 2024 desde un cohete europeo Vega C. La ESA se ha visto obligada a reasignar estos vuelos debido a la interrupción de su colaboración con los cohetes rusos Soyuz tras la invasión rusa de Ucrania y a los retrasos del novedoso cohete europeo Ariane 6. El primer vuelo del Ariane 6 está programado para el cuarto trimestre de 2023, según anunció ayer Aschbacher, tras una serie de retrasos desde su fecha inicial prevista en 2020, primero por la pandemia y luego por problemas técnicos. Otra misión que quedó aplazada por la suspensión de la colaboración con Soyuz es ExoMars, que incluirá el vehículo Rosalind Franklin. El plan de la ESA es que esa misión pueda despegar en 2028, para llegar al planeta rojo en 2030, aunque aún tiene que ser aprobado por la reunión ministerial de la agencia, que tendrá lugar el mes próximo. Aschbacher recalcó que, incluso con ese retraso, ExoMars seguirá siendo una misión científica importante, ya que el vehículo llevará un instrumento único para taladrar la superficie de Marte hasta una profundidad de dos metros en busca de indicios de vida microbiana.