Agencias/La Voz de Michoacán.México. Es difícil, por no decir imposible, imaginarse a uno mismo sin usar un smartphone de manera continuada cada día. Estos teléfonos inteligentes están tan integrados en nuestras vidas que, para muchísimas personas, la pantallita es lo último que ven sus ojos antes de dormir y lo primero que ojean al despertarse. Por eso, el concepto de adicción viene como anillo al dedo para un porcentaje mayúsculo de la población que tiene acceso a este tipo de dispositivos. Y es que ya lo dijo en una entrevista a la BBC un exempleado de las compañías, Mozilla y Jawbone, hace un par de años. “Es como si esparcieran una especie de cocaína de comportamiento por todo tu interfaz. Eso es lo que hace que te guste volver, volver y volver”, afirmó Aza Raskin. “Detrás de cada pantalla de tu teléfono, generalmente hay mil ingenieros que han trabajado en esta cosa para intentar que sea lo más adictiva posible” añadió. Lo inquietante de la declaración no es sólo el nivel de manipulación al que los consumidores estamos sometidos, sino que aun sabiéndolo, seguimos conectados a los celulares con excesiva dependencia e ignoramos las consecuencias; y no precisamente por falta de información. El Centro de Investigación Pew determinó en 2018 que el 77% de los estadounidenses usó teléfonos inteligentes, lo que supuso un aumento del 35% con respecto a 2011. Precisamente, un 92 por ciento de ellos reconocen en la actualidad que la adicción a los teléfonos inteligentes es real. Las últimas estadísticas globales sobre el uso de los celulares indican que actualmente unos 2.000 millones de personas acceden a Internet exclusivamente a través de smartphones. Esto equivale al 51% de la base mundial de usuarios, según datos publicados por Leftronic. Más de 5.000 millones de personas en el mundo poseen dispositivos móviles y los menores cada vez acceden a ellos a más temprana edad. Los niños obtienen su primer celular a los 12 años y la juventud es el grupo más adicto a su uso. Uno de los efectos de estas cifras es que, en 2019, se descargaron 194.000 millones de aplicaciones para teléfonos móviles en una tendencia a la alza en la que los propietarios de móviles en todo el mundo aumentarán a 7.330 millones para el 2023. Apenas hay discusión sobre cómo los teléfonos inteligentes se han convertido en la norma y las razones por las que su uso excesivo ha pasado a ser motivo de preocupación. El uso de estos dispositivos se ha relacionado con la ansiedad y la depresión en los jóvenes, de acuerdo con un estudio realizado en 2019, en el que se concluye que “la tecnología cada vez es más inteligente, pero la humanidad se vuelve más y más estúpida”. Los adolescentes son las principales víctimas de este uso exagerado ya que los expertos concluyen que las notificaciones de las aplicaciones hacen que la gente se distraiga más y que se reduzca el tiempo de atención. Los trabajos flexibles en los que las personas guardan el correo electrónico de asuntos laborales en sus teléfonos también han provocado un estrés activo de manera continua. Y, volviendo a la experiencia de Raskin, la exempleada de Mozilla y Jawbone en Silicon Valley, la función de desplazamiento infinito en Facebook, Instagram y Twitter fue diseñada específicamente para crear hábitos, es así como, sin darnos cuenta, nos convertimos en parte de las estadísticas de uso de los teléfonos inteligentes, que sugieren que una persona pasa una media de dos horas y 51 minutos al día en su dispositivo móvil, o somos, incluso parte del 22% que revisa sus celulares cada pocos minutos, y el 51% de los usuarios los agarramos en nuestras manos varias veces por hora. Y ante este panorama, ¿se puede salir de esta adicción tan extendida y normalizada? La respuesta es sí, se puede, y para muchos expertos, se debe, aunque sea por el bien de nuestra inteligencia, de nuestras relaciones sociales y para sacar más partido a nuestro tiempo. Esto de que haya un 17% de los adultos de 18 a 54 años que revisan su teléfono mientras tienen relaciones sexuales o un 78% que usan o fingen estar usando sus celulares para evitar hablar con alguien es, cuanto menos, motivo de preocupación. Cada vez hay más compañías que trabajan para ayudar a “desconectar para reconectar”, como Digital Detox, aunque hay quien no ha necesitado de ayuda externa para poner fin a su adicción a la tecnología y a las redes sociales. “Me sentía como una máquina tragamonedas, pasando con el dedo continuamente hacia arriba en mis redes sociales por si veía algo interesante, pero nunca había nada”, afirmó a Bustle, Jake Howell, un joven de 30 años de edad que dejó de usar smartphones desde 2018. Lisa Wells, de 37 años de edad, cambió a un teléfono móvil sin acceso a Internet en 2019 porque el constante uso del correo electrónico dañaba su capacidad de atención y las aplicaciones de redes sociales dañaban su salud mental por culpa de la cantidad de contenido negativo que consumía. “Sabemos que el miedo y la ira aumentan el compromiso del usuario -lo que significa que generan más beneficios- y que los algoritmos seleccionan las cosas que más te hacen sentir”, afirmó a la publicación estadounidense. Otra usuaria, Jackie Bellando, sufría de ansiedad y depresión, y tuvo que ayudarse de la meditación y la terapia para abandonar unas redes sociales que determinaban su día a día. “Salir de los medios sociales y no compararme constantemente con otras personas, ya sean amigos o personas influyentes, y no tener constantemente las historias de cien personas en mi cabeza es definitivamente positivo, reconoció. “Mi mente tiene más espacio para estar tranquila y aburrida que antes”. Y es que es eso precisamente lo que más falta hace a los que usamos a diario los celulares sin necesidad alguna, aburrirnos, ya que, según los expertos, este aburrimiento mejora la creatividad y la salud mental.