Agencias / La Voz de Michoacán México. La razón por la que algunas personas con COVID-19 presentan síntomas leves, o ninguno, mientras que otras sufren reacciones severas e incluso letales es aún un misterio, pero en dilucidarlo residiría una parte importante de la comprensión y el combate de esa enfermedad y, sobre todo, de la búsqueda de una vacuna y otras opciones preventivas y terapéuticas. Un estudio recientemente publicado en Science sugiere que una posible causa de la disparidad en que el COVID-19 afecta a las personas es que una proporción importante de la población cuenta con cierta inmunidad contra el SARS-CoV-2, el virus que provoca el COVID-19, al parecer por haber tenido exposición a otros coronavirus en el pasado. El sistema inmunológico humano tiene una memoria que le permite “reconocer” ciertos patógenos y actuar contra ellos, y al parecer las personas que han tenido contacto con otros coronavirus, que son responsables del resfriado común y son muy comunes, podrían por ello tener cierta inmunidad contra el SARS-CoV-2. Esa sería una de las posibles causas de que algunas personas solo sufran síntomas mínimos, o incluso que resulten asintomáticos, al infectarse de COVID-19. Los hallazgos del estudio publicado en Science, cuyos autores son científicos estadounidenses (en California y Carolina del Norte) y australianos, señalan que entre 20% y 50% de las personas estudiadas, que nunca fueron expuestas al SARS-CoV-2, presentaban una respuesta inmunológica de células T contra el covid-19, al parecer por su exposición previa a otros coronavirus. Importante para desarrollar una vacuna efectiva Ese hallazgo puede tener importantes consecuencias en el desarrollo de una vacuna y otros tratamientos contra el COVID-19. Las células T son parte del sistema inmune, una de las llamadas “líneas de defensa” con las que el organismo humano combate microorganismos patógenos. Para ilustrarlo de modo simple, se comenta en The Miami Herald, el doctor Anthony Fauci, la figura científica más visible en Estados Unidos en la lucha contra el COVID-19, explicó que el sistema inmunológico “si lo miras de modo metafórico es un ejército con diferentes niveles de defensa. Los anticuerpos previenen que los virus entren en el organismo. Son como una primera línea de defensa… Ante aquellos virus que escapan e infectan algunas células, las células T llegan y matan o bloquean las células infectadas”. Eso frena la propagación del virus en el cuerpo. Fauci es director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infeccioasas, institución que auspició el estudio citado. El contar con células T reactivas al SARS-CoV-2 es clave para minimizar el grado de la enfermedad, y por ello que la exposición a otros coronavirus permita que el organismo humano “aprenda” y desarrolle inmunidad contra el agente que causa el covid-19 es un dato de gran relevancia. Sobre todo si, como se ha sugerido, los anticuerpos que las personas que se recuperaron del COVID-19, o los que genere una vacuna, pueden desaparecer después de cierto tiempo, mientras que la vigencia de las células T sería más duradera. Los hallazgos son en ese sentido auspiciosos, pues que la exposición a coronavirus comunes provea al organismo de información que le permita reaccionar contra el SARS-CoV-2, y que ello esté presente en una amplia proporción de personas, son puertas que abren vías para la investigación y la lucha contra el COVID-19. Pero científicos se toman con cautela esas revelaciones. Como señaló al Herald la viróloga Angela Rasmussen, se desconoce cuál es el nivel de protección que la exposición a otros coronavirus pueda ofrecer contra el COVID-19. Y poco se sabe sobre por qué esa inmunidad se da en ciertas personas y en otras no, si se considera que los coronavirus del resfriado común son muy frecuentes. Por ejemplo, la reacción inmune de un individuo de la tercera edad que fue expuesto a un coronavirus común hace pocos años sería mayor que la de otra persona que no tuvo contacto con el patógeno por décadas, por lo que la inmunidad del primero contra el SARS-CoV-2 sería presumiblemente mayor que el segundo. Y eso podría ser un factor en que unas personas tengan solo síntomas leves mientras que otros sufren problemas de mayor gravedad, incluso letales. Fauci añadió que los anticuerpos tienen una cierta duración, mientras que la protección de las células T es más duradera. Por ello, mientras mejor se comprenda la actividad de esas células T ante los coronavirus más armas se tendrán para combatir al COVID-19. “Es concebible que células T creadas en respuesta hace dos, tres, cuatro o cinco años, cuando uno fue expuesto a los coronavirus relativamente benignos que causan en resfriado común, pueden permanecer y cuando son expuestos al SARS-CoV-2 pueden ofrecer cierto grado de protección”, dijo Fauci. El estudio de Science concluye que en la “memoria de células T de coronavirus que producen el resfriado común puede subyacer la explicación de al menos parte de la extensa heterogeneidad que se ha observado con el COVID-19”. El misterio del SARS-CoV-2 es aún enorme, pero poco a poco comienza a ser desentrañado conforme progresa la investigación científica en la materia.