Ciudad de México.- Colores brillantes y diferentes tonalidades se perciben al ver las fotografías que muestran las galaxias que conforman el universo. Y aunque son complejas, su descripción es simple para Aldo Acosta, integrante de la Sociedad Astronómica de México (SAM). "Una galaxia es un conjunto de muchísimas estrellas, de miles de millones de estrellas”, comentó a Notimex. El planeta Tierra se encuentra en el sistema solar que a su vez pertenece a la galaxia llamada Vía Láctea, la cual y durante años se pensó que era la única. Para el año 1900 se creía que el universo estaba conformado solo por la galaxia a la que pertenece el sistema solar, sin embargo, la teoría dio un giro cuando lo que pensaron durante años que era una nebulosa, en realidad era otro conjunto de estrellas. “Edwin Hubble descubre entre 1924 y 1925 que este cuerpo nebuloso no estaba dentro de nuestra propia galaxia, sino que se encontraba muchísimo más lejos". "Fue ahí cuando se descubrió que no solo existía nuestra galaxia, sino que había más y que nuestra Vía Láctea pasó a ser un pequeño pueblito y el universo a ser una gran metrópoli”, agregó. Hubble, el astrónomo estadounidense también descubrió que la galaxia de Andrómeda se encontraba a 2.5 millones de años luz y que su estrella de referencia se llamaba Mirach. "Además mostró que esta galaxia se está acercando a la nuestra, incluso que se acerca a 12 kilómetros por segundo y que por lo tanto, esta galaxia se estaría fusionando con la nuestra en algunos millones de años”, confesó Acosta. Recalcó ya no será posible verlo, sin embargo, aclaró que la fusión de estas galaxias no significa algo negativo. “No corresponde a un cataclismo o que todo vaya a explotar, sino que en realidad los cuerpos se empiezan a combinar y lo que va a pasar es que vamos a tener una mega galaxia”, explicó. Apuntó que en la actualidad es fácil distinguir a la galaxia de Andrómeda en la constelación que lleva su nombre, gracias a las diversas aplicaciones que ofrecen los celulares para la detección de estrellas. Una vez ubicadas, recomendó utilizar telescopios para observar a Andrómeda todas las noches entre los meses de noviembre y febrero de cada año.