Redacción / La Voz de Michoacán Después de elegir y adquirir el dominio de tu sitio web, debes escoger un hosting. El hosting es donde tu página web va a vivir; literalmente significa “alojamiento” en inglés. Pero en lugar de alojar personas o mercancías, se encarga de alojar el contenido de tu web para que cualquier persona pueda visualizarlo ya sea desde una computadora, tablet o celular. El hosting también es el que se encarga de alojar tu correo electrónico. Así que si quieres un arroba oficial en tu mail, ¡tienes que elegir bien tu hosting! ¿Cómo funciona el hosting? Todo empieza desde el dominio. En pocas palabras, el dominio es el que le va a decir al navegador qué contenido mostrar. Entonces, el navegador va a buscar dicho contenido en el hosting donde vive. Otro actor importante aquí es el servidor, la computadora (física) que hace posible que tu sitio web esté disponible todo el tiempo para todos los que deseen visitarlo. Y seguro te estarás preguntando qué relación tiene el hosting con el servidor… Pues tu proveedor de hosting es el que se va a encargar de mantener al servidor funcionando, desde protegerlo de ataques hasta mover tu contenido al navegador de tus visitantes. Entonces, digamos que cuando contratas un hosting, contratas un espacio. Es como si alquilaras un lugar para que tu sitio pueda existir y nunca caerse. Y así como un alquiler normal, debes pagar mensualmente el hosting para asegurar su funcionamiento. Tipos de hosting Debes elegir el hosting que se adecúe mejor a las necesidades de tu página web. Algunos de los hostings más comunes son: Hosting compartido Se trata del alojamiento web más usado. Como su nombre lo indica, es un hosting en el que las cuentas de diferentes usuarios se alojan en un mismo servidor. Por este motivo, comparten memoria RAM y CPU. Es una gran opción para pequeños empresarios y personas que quieren lanzar sus blogs, ya que al compartir con otros clientes, el precio es más bajo y los servicios más básicos. Sin embargo, cuando se trata de un sitio web más robusto o de carácter corporativo, no se recomienda, ya que el tráfico alto puede alentar la página. Hosting VPS Por sus siglas en inglés, este alojamiento se define como un Servidor Privado Virtual. Cabe mencionar que aquí también compartes servidor con otros clientes, la diferencia es que aquí se te asigna una partición separada, por lo que no compartes los recursos. Y es que el servidor se divide en varios compartimentos que garantizan consumos de RAM y CPU separados. En otras palabras, cuentas con un espacio privado. Es ideal para empresas medianas con un tráfico en crecimiento, ya que el tráfico de los demás clientes no afecta tu rendimiento. Hosting elástico El hosting elástico tiene lo mejor de dos mundos, pues reúne los beneficios del hosting compartido y del VPS. En este compartes el servidor físico con otros usuarios, pero tienes garantizados los recursos como en el VPS. La ventaja de este tipo de hosting es que el precio se le parece mucho más al del hosting compartido, por lo que resulta una gran opción para emprendedores que buscan gestionar un alojamiento de manera sencilla, y al mismo tiempo contar con los mejores recursos. Servidor dedicado Como has de imaginar, un servidor dedicado ofrece un equipo físico completo para cada usuario. Aquí no compartes ni servidor ni recursos con ningún otro cliente, así que todo está disponible para ti. Esto te brinda mucha flexibilidad para gestionar tu sitio web. Este tipo de alojamiento está recomendado para empresas grandes con mucho tráfico. Esperamos que te haya quedado más claro lo que es un hosting y para qué sirve, pero sobre todo, por qué es importante elegir según las necesidades específicas de tu sitio web. ¡Haz tu negocio crecer con una página web funcional!