Agencias / La Voz de MichoacánLas parejas casadas por largo tiempo sienten que sus vidas sexuales se pueden clasificar en alguna de las siguientes categorías: aburridas, escasas o un mero deber marital. Entre sus argumentos está que la cotidianidad, inevitablemente, mata la pasión, y resucitarla es casi imposible. A eso se le suma el error de comparar. De ese proceso nunca salen ganancias, pues, como dice Linda Kelsey, exeditora de sexualidad de la revista Cosmopolitan, “obviamente van a resultar defraudados”, pues la emoción que había al principio de la relación siempre es mayor que 10, 15 o 20 años después. Las cifras no son alentadoras. Según estudios hechos entre 2010 y 2012, más del 33 por ciento de las personas entre 55 y 64 años que tienen una relación son inactivas en este frente. Esa cifra sube a 48 por ciento de los hombres y a 65,7 por ciento de aquellos que tienen 70 años o más. A pesar de todo lo anterior, el sexo en el matrimonio puede volver a ser emocionante. Así lo afirma Kelsey. Para ella, el inconveniente reside en los mitos que persisten sobre el sexo en el matrimonio y por eso el primer paso para solucionar esa sequía sexual es ponerlos a un lado. “No hablar ni resolver los asuntos de cama puede llevar a problemas en toda la relación”, dice en un escrito suyo que fue publicado recientemente en el diario The Telegraph. Estos son los conceptos errados que las parejas casadas y sin sexo deben sacar de su cabeza. 1. No se vaya, que esto mejora Es normal que con las exigencias de la vida profesional y la crianza de los hijos no haya tanto espacio para la pareja, y así es más probable que las relaciones sexuales sean las que paguen el pato. Pero según Kelsey, con la voluntad suficiente de ambos es posible mejorar la vida sexual. Citando a Jo Cocker, una terapeuta psicosexual, señala que hay que ubicar el sexo arriba en la jerarquía de necesidades. Además, las pequeñas cosas deben marcar la diferencia: buscar el erotismo más que enfocarse en la mecánica del orgasmo y el sexo oral. Tampoco hay que tenerles miedo a las fantasías. No solo conviene tenerlas, sino compartirlas. Entre los consejos que tiene a la mano está “mirarse a los ojos, pues el contacto visual puede ser increíblemente sexi”, dice Cocker. Otro, es tener relaciones con algo de ropa y no totalmente desnudo. También recomiendan tener citas nocturnas, pero para que tenga más picante sugiere que cada uno acuda a este encuentro por aparte. Para la consejera sexual Suzi Godson, derrumbar las barreras emocionales ayuda a facilitar la conexión sexual de la pareja. “La terapia sexual devuelve la conexión con su cuerpo y con las emociones”. 2. Los hombres tienen más deseo sexual que ellas A pesar de que no es cierto, es uno de los mitos más arraigados y, según Kelsey, no ayuda ni a hombres ni a mujeres. Los hombres con baja libido sufren porque se espera más de ellos y las mujeres con una libido más fuerte son vistas como depredadoras sexuales. En este tema, lo único cierto es que, con el tiempo, la libido se reduce en ambos sexos. Ellos empiezan a notarlo después de los 50 y casi siempre coincide con erecciones menos firmes y frecuentes que no tienen necesariamente que ver con disfunción eréctil. En esos casos, hay tratamientos médicos como el viagra, que solucionan dichos problemas hidráulicos y que se relacionan con la aparición de enfermedades cardiovasculares, la obesidad y la diabetes, el cáncer de próstata o la presión arterial alta. Hay que aprovechar la ventaja de una excitación lenta, dice Kelsey, pues a esta edad las parejas suelen estar más sincronizadas que a los 20 y 30 años, cuando usualmente para los hombres todo terminaba sin que ellas hubieran comenzado. Para Godson, no es bueno responsabilizar a su pareja por la ausencia de sexo en su matrimonio. “Lo que deben hacer es averiguar cuál es el problema original”. 3. Las mujeres se apagan después de la menopausia El gran mito aquí es que las mujeres vienen con fecha de expiración y que una vez llega esta fase a sus vidas, la sexualidad termina. Pero algunas mujeres dicen todo lo contrario: con el fin de su vida reproductiva mejora la sexualidad porque se sienten más liberadas del miedo a quedar embarazadas. Además, ya no tienen la responsabilidad de tener sus hijos en casa. Aunque Kelsey admite que los cambios en esta etapa suelen traer incomodidades, entre ellas la falta de deseo, resequedad vaginal y falta de sueño (lo que genera cansancio permanente), hay soluciones. Una de ellas es la terapia de reemplazo hormonal (TRH) o usar gel de testosterona. “Es posible que deje de tener relaciones sexuales mientras se adapta al cambio, pero no hay razón para no reanudarlas una vez que haya pasado la tormenta de la menopausia”. Si es simplemente que la libido desapareció, las parejas deben hablar de las opciones que existen. La TRH viene en píldoras, parches y geles. “Lo ideal es no darse por vencidos”, señala Godson. 4. Una infidelidad es el fin del matrimonio Lo que no te mata te hace más fuerte, dice el refrán y aquí sucede algo similar. Los psicoterapeutas de pareja son testigos de que muchas parejas salen más consolidadas y fuertes tras una aventura, si ambas partes están dispuestas a examinar las causas, a enmendar los errores y continuar juntas. Esther Perel, reconocida terapeuta sexual y autora, cree que, si bien muchas aventuras amorosas acaban en ruptura, también pueden ser una oportunidad para mejorar. Con esto, Kelsey no está defendiendo las aventuras amorosas, aunque muchos de sus amigos le han confiado que si no fuera por ellas su relación a largo plazo ya se habría acabado. Esto es más frecuente en aquellas parejas que se casan muy jóvenes y con su primer compañero sexual. Algunos de ellos sienten una necesidad de explorar su sexualidad más allá de su relación. Es así como se dan esta oportunidad, pero no por despecho ni falta de amor, sino por la necesidad de sentirse libres. 5. Un matrimonio sin sexo no sobrevive A medida que envejecemos es común que el sexo disminuya. Para algunos, ese alto en la sexualidad viene acompañado de una sensación de alivio, pues la abstención se debe a razones físicas que hacen que el sexo con penetración sea imposible. Para Kelsey, esto no tiene que ser un impedimento para la intimidad, pues el sexo es más que penetración. Y en caso de que sea una decisión consensuada entre ambos, señala que la falta de sexo no significa el fin del matrimonio. Algunos de ellos logran sobrevivir sin sexo. Según Godson, consejera matrimonial, cuando las personas están conectadas emocionalmente la ausencia de relaciones sexuales no debe ser un gran tema si ambos están de acuerdo con la situación”. 6. Mi cuerpo ya no es sexi Para Godson, las parejas que realmente se quieren pueden mostrar su afecto de muchas maneras y, a medida que las personas envejecen, tener menos atención en las relaciones sexuales puede aliviar mucha presión. Esto es particularmente cierto si uno o ambos miembros de la pareja están lidiando con una disfunción o incomodidad sexual relacionada con la edad. De acuerdo con Kelsey, el cuerpo al que está acostumbrado en una relación a largo plazo puede que no se parezca a los estándares de Hollywood, “pero con las cortinas corridas y las luces apagadas, tu carne menos que perfecta no desanimará a tu pareja”. Para ella, el olor a piel perfumada es excitante en sí mismo. Y nada más sexi que el conocimiento de cómo le gusta al otro que lo toquen. “En una relación a largo plazo, podemos sentirnos liberados de los juicios de si soy bueno o hermoso”, dice. Aun más, señala que las relaciones sexuales son la oportunidad del día o la semana de volver a ser joven y reconectarse a esa energía única de la juventud. “En ese momento un cuerpo envejecido ya no es relevante”. En conclusión, lo importante es desenredar los orígenes de este problema. Cuando lo hacen, la mayoría encuentra que el sexo no fue el problema original, sino que se convirtió en una manera de comunicar alguna insatisfacción sin usar palabras. Lo importante, dice Godson, es que sepan que cuando uno de los miembros de la pareja no quiere sexo y el otro lo sigue pidiendo, el rechazo se convierte en una forma de reivindicar su antipatía. “Obviamente no es una estrategia muy útil porque convierte el sexo en un campo de batalla”. Pero es un patrón de comportamiento relativamente común, que hace que ambos miembros de la pareja se sientan muy mal.