El Universal/La Voz de Michoacán. México. La sexualidad humana es la satisfacción del deseo sexual. Y usamos la excitación con fines reproductivos o, agregándole goce y placer, para el mantenimiento de vínculos sociales. La OMS la define así: “sexualidad es un aspecto central del ser humano presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los papeles de género la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción”. “La sexualidad se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos y creencias, actitudes, valores, conductas prácticas, papeles y relaciones interpersonales; y está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos y espirituales”. Es un hecho, somos seres sexuales, y esta necesidad nos limita, extralimita y, en casos extremos, enferma. Al igual que el crecimiento de las redes informativas, las redes sexuales se ramifican de tal manera que adultos, jóvenes, niños tienen acceso fácilmente a textos, imágenes, videos con contenido médico-erótico o pornográfico. Recuerdo una anécdota: cuando comenzó a surgir el canal Youtube, una compañera de trabajo comentaba que lo primero que se le ocurrió buscar para mostrarle a su hija de 9 años fue la película Vaselina, con John Travolta, y el primer video que apareció fue el de una pareja gay mostrando otros usos del ungüento vaselina. Los filtros de búsqueda y candados para menores han cambiado. Debemos responsabilizarnos de nuestros deseos: conocer nuestra sexualidad nos permitirá compartirla. Mi generación no tuvo el acceso a la red de hoy día, y en casa era tabú el tema. Sin embargo, había en casa una enorme biblioteca, a la cual no había restricciones. De entre estantes altos, que no eran impedimento para una púber y su silla, el primer texto que voló hacia mí fue Trópico de Cáncer, de Henry Miller. Cada párrafo leído cuestionó mis emociones: -El baúl está abierto y sus cosas tiradas por todas partes como antes. Está acostada en la cama con la ropa puesta. Una, dos, tres, cuatro veces…temo que se vuelva loca…En la cama, bajo las sábanas, ¡que placer sentir su cuerpo de nuevo! – No podía hablar, sólo leía ávidamente sin parpadear, dormida visualizaba palabra por palabra. Y así, uno a uno cayeron ante mí, después de Miller, El arte de amar, de Ovidio; Las mil y una noches; Lancelot, de Chrétien de Troyes; Vida de las mujeres galantes, de Pierre de Brantôme; El Kamasutra; Justine; del Marqués de Sade; La Historia del ojo, de Georges Bataille; Lolita, de Nabokov, Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë; La dama de picas, de Pushkin; En brazos de la mujer madura, Stephen Vizinczey… La literatura se volvió mi alimento y el erotismo me hizo mujer. Ambos fueron parte fundamental de mi desarrollo. Así, cuando ingrese a Bachillerato y escuché los comentarios que hacían un grupo de hombres y mujeres que acorralaban, humedecían y rompían una revista de Playboy comprendí que el erotismo se vende, y bastante bien. Mientras ella@s cambiaban las páginas de la revista, yo devoraba mi sopa Maruchan con mucha salsa Valentina, etiqueta negra, para que pique más. Las fotos eran nada, comparado con lo que mi imaginación creaba, así que opté por terminar de comer. Una línea clara divide a la pornografía del erotismo: La pornografía representa de manera explícita lo que el erotismo deja a la imaginación: el sexo. Entonces, ¿porque no usar todo el equipo de una vez? Cerebro y Cuerpo son uno solo, se deben usar al mismo tiempo para crear conexiones. Mucho se ha escrito que la pornografía fomenta el abuso del sexo, incluso se toma como una amenaza para la familia, ya que, al debilitar las bases del matrimonio, desestabiliza a la sociedad, creando un efecto domino. La película Don Jon, con Joseph Gordon-Levitt, enfrenta a estos dos temas argumentando, al principio, que el placer sexual obtenido a través de la pornografía es mayor que tener a la mujer de sus sueños, ya que desde la pornografía obtiene un mejor ángulo visual para lograr ese éxtasis que el trasero y busto de Scarlett Johansson no logran darle. Al final… mejor no se los cuento, véanla. Muchos son los textos eróticos que fueron prohibidos por d-e-s-c-r-i-b-i-r los placeres carnales, pero ahora que Kim Kardashian se pone una botella de champagne en las nalgas, la venden como erotismo, porque genera ingresos económicos estratosféricos. Lo mismo sucede con los libros de 50 sombras de Grey, que debido a sus narraciones sobre prácticas sexuales de disciplina, sadomasoquismo y sumisión logran un lugar en el stand de novelas eróticas, cuando lo que enaltecen y pregonan es el sometimiento de las mujeres al uso objeto- te desecho. Desvirtuando así las fases del erotismo. Así que usen sus neuronas, establezcan las conexiones necesarias, HABLEN, PRACTIQUEN Y ELIJAN. Porque quién querrá comprender a una vagina si tienen a una mujer hablando el monologo TODO el día, de todo, del vecino, del trabajo, de los hijos, de la comida, de la telenovela, del tráfico, excepto de lo que le gustaría que le hicieran en la cama, en la cocina, en la ventana, en el parque, en el coche, etc. No estamos en siglos pasados como el personaje Lisario, de la novela del mismo nombre, sufriendo los experimentos sexuales en silencio. Ella era muda, pero ¿y l@s que no? El erotismo comienza a desvirtuarse, la imagen, el texto, el video ya no cumplen con las bases de lo erótico. ¿Dónde quedó el amor sensual? Ahora, si no raya en lo grotesco, no vende. Como lo dice el portal web de guarradas: Si el sexo no suena como chancla cuando sales de bañarte, no es Sexo… Pongamos en práctica las artes amatorias, dejemos Tv Hot y comprobemos el amor sensual. Por eso amant@s siempre han existido.