Agencias / La Voz de MichoacánLas proyecciones estimaban que el coronavirus devastaría al continente africano, pero parece que a los países de mayores ingresos, y con mejores sistemas sanitarios, les ha ido mucho peor. El centro de respuesta distrital para la COVID-19 solo ha registrado 11 casos desde el comienzo de la pandemia y ningún fallecimiento. En el hospital regional, las salas están llenas de pacientes con malaria. La puerta de la sala de aislamiento de covid está cerrada con cerrojo y cubierta de malezas. La gente se reúne para celebrar bodas, partidos de fútbol y conciertos, sin usar mascarillas. Sierra Leona, un país con una población de ocho millones de personas en la costa de África occidental, se siente como una tierra inexplicablemente salvada de la pandemia. Lo que ha pasado —o más bien lo que no ha pasado— aquí, y en gran parte del África subsahariana, es uno de los grandes misterios de la pandemia. La baja tasa de contagios, hospitalizaciones y muertes por coronavirus en África Occidental y Central se encuentra en el centro de un debate que ha dividido a los científicos en el continente y más allá de sus fronteras. ¿Simplemente no se han registrado las cifras de pacientes enfermos o fallecidos? Si es cierto que la covid ha hecho menos daño en esta región, ¿por qué ha sucedido eso? Si ha sido igual de grave, ¿cómo lo hemos pasado por alto? Las respuestas “no solo son relevantes para nosotros, sino que también tienen implicaciones para el bien público general”, dijo Austin Demby, ministro de Salud de Sierra Leona, en una entrevista en Freetown, la capital. La afirmación de que la covid no es una amenaza tan grande en África ha generado un debate sobre si la estrategia de la Unión Africana para vacunar al 70 por ciento de los africanos contra el virus este año es el mejor modo de utilizar los recursos de atención médica, dado que la devastación de otros patógenos, como la malaria, parece ser mucho mayor. Una mañana ajetreada en el mercado de pescado de Man of War Bay, una ensenada ubicada en Freetown, la capital de Sierra Leona. (Foto: Finbarr O'Reilly/The New York Times) Durante los primeros meses de la pandemia, se temía que la covid pudiera diezmar al continente africano, arrasando países con sistemas de salud tan débiles como el de Sierra Leona, donde solo hay tres médicos por cada 100.000 habitantes, según cifras de la Organización Mundial de la Salud. La alta prevalencia de la malaria, el VIH, la tuberculosis y la desnutrición fue vista como un aliciente para el desastre. Pero eso no ha sucedido. La primera versión del virus que recorrió todo el mundo tuvo un impacto comparativamente mínimo aquí. La variante beta devastó Sudáfrica, al igual que delta y ómicron, pero gran parte del resto del continente no registró un número de muertos similar. En el tercer año de la pandemia, una nueva investigación demuestra que ya no hay duda de que la covid se extendió de manera amplia por toda África. Así ha sido. Los estudios que analizaron muestras de sangre en busca de anticuerpos contra el SARS-CoV-2, el nombre oficial del virus que causa la covid, muestran que aproximadamente dos tercios de la población en la mayoría de los países subsaharianos tienen esos anticuerpos. Como solo el 14 por ciento de la población ha recibido algún tipo de vacuna contra la covid, los anticuerpos provienen abrumadoramente de los contagios. Un nuevo análisis dirigido por la OMS, y que aún no ha sido revisado por pares, sintetizó encuestas de todo el continente y encontró que el 65 por ciento de los africanos se habían contagiado para el tercer trimestre de 2021, una tasa más alta que en muchas partes del mundo. Solo el 4 por ciento de los africanos habían sido vacunados cuando se recopilaron estos datos. Así que el virus está en África. Pero ¿provoca menos fallecimientos? Algunas especulaciones se han centrado en la relativa juventud de los africanos. Su edad media es de 19 años, en comparación con los 43 años que se promedian en Europa y los 38 registrados en Estados Unidos. En África subsahariana, casi dos tercios de la población tiene menos de 25 años y solo el 3 por ciento tiene 65 años o más. Eso significa que muchas menos personas, comparativamente, han vivido lo suficiente como para desarrollar problemas de salud (enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades respiratorias crónicas y cáncer) que pueden aumentar considerablemente el riesgo de complicaciones graves y fallecimientos por covid. Los jóvenes contagiados por el coronavirus suelen ser asintomáticos, lo que podría explicar el bajo número de casos notificados. Se han planteado muchas otras hipótesis. Las altas temperaturas y el hecho de que gran parte de la vida se pasa al aire libre podrían estar evitando la propagación. O la baja densidad de población en muchas áreas, o la limitada infraestructura de transporte público. Quizás la exposición a otros patógenos, incluidos los coronavirus e infecciones mortales como la fiebre de Lassa y el ébola, de alguna manera actúan como una especie de protección. Desde que la covid arrasó el sur y el sudeste de Asia el año pasado, se ha vuelto más difícil aceptar estas teorías. Después de todo, la población de la India también es joven (con una edad promedio de 28 años) y las temperaturas en el país también son relativamente altas. Pero los investigadores descubrieron que la variante delta causó millones de muertes en India, muchas más de las 400.000 reportadas oficialmente. Y las tasas de contagio por malaria y otros coronavirus son altas en lugares, como la India, que también han registrado altas tasas de mortalidad por covid. Entonces, ¿las muertes de covid en África simplemente no se registran? La mayoría de los rastreadores globales de covid no registran casos en Sierra Leona porque las pruebas del virus son casi inexistentes. Sin pruebas, no hay casos para reportar. Un proyecto de investigación de la Universidad de Njala en Sierra Leona descubrió que el 78 por ciento de las personas tienen anticuerpos para este coronavirus. Sin embargo, Sierra Leona solo ha reportado 125 muertes por covid desde el comienzo de la pandemia. La mayoría de las personas mueren en sus hogares, no en los hospitales, ya sea porque no pueden llegar a un centro médico o porque sus familias los llevan a morir a casa. Muchos fallecimientos nunca se registran ante las autoridades civiles. Este patrón es común en el África subsahariana. Una encuesta reciente realizada por la Comisión Económica para África, una entidad de las Naciones Unidas, encontró que los sistemas de registro oficiales solo contaron una de cada tres muertes. El único país subsahariano donde se registran casi todas las muertes es Sudáfrica. Y los datos reflejan que la covid ha causado la muerte de muchas personas en ese país, muchas más que las muertes reportadas. Los datos de exceso de mortalidad muestran que, entre mayo de 2020 y septiembre de 2021, unas 250.000 personas más fallecieron por causas naturales de lo previsto para ese periodo de tiempo, según el patrón de años anteriores. Los aumentos en las tasas de mortalidad coinciden con los de los casos de covid, lo que sugiere que el virus fue la causa. Lawrence Mwananyanda, epidemiólogo de la Universidad de Boston y asesor especial del presidente de Zambia, dijo que no tenía dudas de que el impacto en Zambia había sido tan severo como en Sudáfrica, pero las muertes simplemente no fueron contabilizadas porque el país cuenta con un sistema de registro mucho más endeble. Zambia, una nación de más de 18 millones de habitantes, solo ha reportado 4000 muertes por COVID-19. “Si eso está sucediendo en Sudáfrica, ¿por qué debería ser diferente aquí?”, dijo Mwananyanda. De hecho, afirma que Sudáfrica tiene un sistema de salud mucho más robusto, lo que debería significar una tasa de mortalidad más baja, en vez de una más alta. Este especialista dirigió un equipo de investigación que descubrió que durante la ola delta de Zambia, el 87 por ciento de los cuerpos que llegaron a las morgues de los hospitales estaban infectados con covid. “La morgue estaba llena. No existe ninguna diferencia, lo distinto es que tenemos datos muy deficientes”. The Economist, que ha estado rastreando el exceso de muertes durante la pandemia, muestra tasas similares de muerte en África. Sondre Solstad, quien dirige el modelo de África, dijo que durante la pandemia el continente experimentó un exceso de mortalidad que oscila entre 1 y 2,9 millones de fallecimientos. “Sería hermoso que los africanos estuvieran a salvo, pero no lo están”, dijo. Pero muchos científicos que investigan la pandemia sobre el terreno no están de acuerdo. Dicen que no es posible que cientos de miles, o incluso millones, de muertes por covid hayan pasado desapercibidas. “No hemos visto entierros masivos en África. Si eso hubiera sucedido, lo habríamos visto”, dijo Thierno Baldé, quien dirige el equipo de la OMS para la respuesta de emergencia de la covid en África. “En África un fallecimiento nunca pasa desapercibido, aunque seamos muy deficientes en el mantenimiento de registros”, dijo Abdhalah Ziraba, epidemiólogo del Centro de Investigación de Salud y Población Africana en Nairobi, Kenia. “Hay un funeral, y siempre se hace un anuncio: nunca se realiza un entierro en la semana porque es un gran evento. Si alguien en Nueva York tiene la hipótesis de que no se están registrando, bueno, es posible que no tengamos los números exactos, pero la percepción es palpable. En los medios, en tu círculo social, sabes si hay muertes”. Demby, el ministro de Salud de Sierra Leona, quien es epidemiólogo de formación, estuvo de acuerdo. “No hemos tenido hospitales desbordados. Eso no ha sucedido. No hay evidencias de que se esté produciendo un exceso de mortalidad”, dijo. La Unión Africana busca vacunar al 70 por ciento de los africanos contra el virus este año ¿Qué es lo que podría mantener la tasa de mortalidad en un nivel bajo? Aunque Demby reconoce que la vigilancia sanitaria es débil, sostiene que los sierraleoneses tienen la reciente y terrible experiencia del ébola que mató a 4000 personas entre 2014 y 2016. Dice que, desde entonces, los ciudadanos han estado alerta ante cualquier agente infeccioso que podría ocasionar fallecimientos entre las personas de sus comunidades. Si ese fuera el caso, no seguirían participando en eventos, asevera. Salim Abdool Karim, quien forma parte del grupo de trabajo covid de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades y que integró el equipo de investigación que rastrea el exceso de mortalidad en Sudáfrica, cree que el número de muertos en todo el continente probablemente sea consistente con el de su país. Simplemente no existe ninguna razón para que los gambianos o los etíopes sean menos vulnerables a la covid que los sudafricanos, dijo. Pero también afirma que es cierto que un gran número de personas no llegan al hospital con dificultades respiratorias. La población joven es un factor clave, dijo, mientras que algunas personas mayores que mueren de accidentes cerebrovasculares y otras causas inducidas por la covid no son registradas como muertes por coronavirus. Muchos ni siquiera llegan al hospital y sus muertes no se contabilizan. Pero otros no se están enfermando al ritmo que se ve en otros lugares, y ese es un misterio que debe aclararse. “Eso es muy relevante para cosas tan básicas como el desarrollo y tratamiento de vacunas”, dijo Prabhat Jha, quien dirige el Centro de Investigación de Salud Global en Toronto y que está liderando el trabajo para analizar las causas de muerte en Sierra Leona. Los investigadores que trabajan con Jha están utilizando métodos novedosos, como buscar cualquier aumento en los ingresos de los obituarios en las estaciones de radio de las ciudades de Sierra Leona durante los últimos dos años, para tratar de ver si las muertes podrían haber pasado desapercibidas. Sin embargo, asegura que es evidente que no se ha producido una ola de personas desesperadamente enfermas. Algunas organizaciones que trabajan en el esfuerzo de vacunación de la covid dicen que las tasas más bajas de enfermedad y fallecimientos deberían impulsar un replanteamiento de las políticas sanitarias. John Johnson, asesor de vacunación de Médicos Sin Fronteras, dijo que inmunizar al 70 por ciento de los africanos tenía sentido hace un año cuando parecía que las vacunas podrían proporcionar inmunidad a largo plazo y finalizar la transmisión de COVID-19. Pero como se ha determinado que la protección disminuye, la inmunidad colectiva ya no parece factible. Entonces, una estrategia de inmunización que se centre en proteger a los más vulnerables podría ser un mejor uso de los recursos en un lugar como Sierra Leona. “¿Esto es lo más importante en países donde hay problemas mucho mayores de malaria, poliomielitis, sarampión, cólera, meningitis o desnutrición? ¿De verdad en estos países queremos gastar los recursos en eso?”, preguntó. “Porque, en este punto, ya no se trata de esas personas: es para prevenir nuevas variantes”. Y las nuevas variantes de la covid plantean el mayor riesgo en lugares con poblaciones de mayor edad y altos niveles de comorbilidades como la obesidad, dijo. Otros expertos advirtieron que el virus sigue siendo un enemigo impredecible y que reducir los esfuerzos para vacunar a los africanos subsaharianos aún podría provocar una tragedia. “No podemos ser complacientes y asumir que África no puede seguir el camino de la India”, dijo el Jha. Y advirtió que aún podría surgir una nueva variante tan infecciosa como ómicron, pero más letal que delta, lo que haría que los africanos sean más vulnerables a menos que las tasas de vacunación aumenten significativamente. “No deberíamos ser arrogantes y pensar que toda África está a salvo”, dijo.