Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Las redes sociales pueden ser una gran herramienta para estar en contacto con nuestros familiares y amigos, para entretenernos e informarnos. Pero también pueden ser una gran pérdida de tiempo. Muchos se preguntan por qué no tienen la fuerza de voluntad para simplemente dejarlas al menos por algunos días u horas, y la respuesta es simple: las notificaciones, el diseño y la experiencia en general están pensadas para hacer que los usuarios inviertan su tiempo y compartan su información. En promedio, cada día, los usuarios pasan dos horas y 24 minutos en las redes sociales. Según un estudio de la firma de análisis Statista, cuando se trata de redes sociales en tiempos de cuarentena, América Latina es la región con los internautas más activos a escala mundial y cuanto más tiempo inviertan más difícil les será dejarlas. Lo que sucede es que, como explica Manuel Armayones Ruiz, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación e investigador del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el tiempo que pasan los usuarios en estas plataformas ayuda a perfilar su cuenta de tal manera que, en poco tiempo, verán justo lo que les interesa. “Hay que tener en cuenta que las redes sociales, como productos comerciales que son, no tienen otro objeto para sus accionistas que el de generar beneficio. Así, cuanto más tiempo estemos dentro de ellas, más precisas serán las recomendaciones de tipo comercial que nos irán llegando; esto lo hacen mediante el análisis de nuestro comportamiento anterior en la red”, señala Armayones. El conjunto de técnicas de diseño y personalización que se utilizan en estas aplicaciones para enganchar a los usuarios son amplias y dependen de cada plataforma, según el investigador de la UOC. “Tenemos que pensar que nada es por casualidad. El hecho de que nos aparezca una determinada información forma parte de los resultados de un algoritmo que está intentando influir sobre nuestro comportamiento para que adquiramos productos, cambiemos de opinión, sigamos una determinada página o persona, etcétera”, añade Armayones. Es así que las redes sociales ofrecen información que es relevante emocionalmente para el usuario. De ahí la importancia de que las personas tengan un sentido crítico y reflexionen sobre todo aquello que ven en estas plataformas. “La mejor manera de evitar la manipulación tecnológica es saber que ésta existe y ser muy conscientes cuando tomamos decisiones en relación con los contenidos que nos llegan por medio de las redes sociales. Debemos tener siempre un espíritu crítico y preguntarnos si eso que estamos viendo es la realidad o lo que nosotros creemos que es la realidad”, explica el investigador. Cada vez más gente entiende los riesgos De acuerdo con el experto de la UOC, cuanto más se usen las redes sociales, más difícil será dejarlas por todo el esfuerzo, tiempo e información que se ha ido depositando en ellas. “El coste de utilizar estas aplicaciones lo pagamos en términos de pérdida de privacidad; sin embargo, estamos empezando a ser conscientes de ello”, dice Manuel Armayones. El especialista señala que una vez que abrimos un perfil en este tipo de plataformas cedemos parte del control y, cuanto más tiempo estemos dentro de las redes sociales generando información con cada retuit, comentario o like, más datos sobre nuestros gustos, motivaciones y actitudes brindamos. En ese sentido recomienda no abrir cuentas en todas las redes sociales. “Cada vez está más claro que para un uso racional de estas plataformas, debemos elegir aquellas que cubran nuestras necesidades. Lo importante es ser plenamente conscientes de que estamos compartiendo información que se va a utilizar con fines comerciales”, afirmó Armayones. Sin embargo, aclaró que tampoco se debe condenar el uso de las redes sociales, pues forman parte de nuestro panorama presente y posiblemente futuro; tan solo se necesita usarlas con sentido crítico pues también acepta que este tipo de plataformas pueden contribuir a cambios positivos en nuestro comportamiento, por ejemplo, haciéndonos conscientes de problemas a escala mundial y animándonos a participar en actividades para mejorar nuestro entorno.