EFE / La Voz de Michoacán Madrid, España. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, Fernando Valladares en la actualidad trabaja como profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde dirige el grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y es profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Foto EFE. Entre patógenos y huéspedes siempre se ha establecido un equilibrio de convivencia durante siglos. Además, Valladares trabaja en los pactos sobre el cambio global y el cambio climático en los ecosistemas terrestres, pero en el terreno en el que más cómodo se siente es en el estudio del impacto que la actividad humana tiene sobre la biosfera. El científico explica a Efe sus conclusiones y, como él quiere aseverar, a las que ha llegado su equipo, así como el de otros tantos estudios científicos internacionales. CAMBIOS QUE NO PIDEN TURNO “Lo que más nos interesa a mí y a mi grupo de colaboradores es investigar las interacciones que se producen entre los distintos factores que son los motores del cambio global, uno de ellos es el cambio climático, otro son los cambios en la diversidad, las especies invasoras y, el último, la degradación de los ecosistemas. Es un tema muy complejo y, por otro lado, es muy real porque todos esos impactos ocurren a la vez, no están pidiendo turno”, argumenta el científico. Foto EFE. La desertización es un fenómeno global que afecta de manera esencial a los animales. Sobre la expansión de la pandemia de la COVID-19, Valladares alega que “hay varias conexiones muy estudiadas y mejor documentadas sobre la relación del calentamiento con la expansión de los vectores de enfermedades infecciosas. Los dos principales vectores son los mosquitos y las garrapatas”. “Hay más de 15 o 20 años de estudios – continúa el biólogo- que muestran cómo mosquitos y garrapatas, cuya distribución se produce sobre todo en zonas cálidas, se han expandido favorecidos por el calentamiento y, de esta manera, han llegado a latitudes templadas donde provocan enfermedades en animales domésticos y en el ser humano”. Foto EFE. Una mujer rebusca botellas de plástico en el basurero de Akouedo, en Abiyán. “Así, tenemos el caso de la malaria, de la enfermedad del Lyme, en fin, hay un montón de enfermedades infecciosas que han visto ampliada su distribución por el calentamiento global”, incide. Foto EFE. Entre patógenos y huéspedes siempre se ha establecido un equilibrio de convivencia durante siglos que, con el calentamiento, se ha visto roto a favor del parásito o del patógeno, según el científico. Pero hay más interacciones, Valladares asegura que recientemente se ha hecho una revisión de los patógenos, gusanos, hasta bacterias y distintos tipos de hongos que se han visto beneficiados más que la especie huésped donde viven, que puede ser un ave o un mamífero. CALENTAMIENTO A FAVOR DE LOS HUÉSPEDES “Entre patógenos y huéspedes siempre se ha establecido un equilibrio de convivencia durante siglos que, con el calentamiento, se ha visto roto a favor del parásito o del patógeno, porque en los exógenos hay una amplitud térmica, un rango de temperaturas más amplio que el que posee el huésped. Esto hace que se favorezcan algunas infecciones o zoonosis (enfermedades infecciosas de origen animal que terminan saltando a la especie humana)”, dice el biólogo. Foto EFE. Hay un montón de enfermedades infecciosas que han visto ampliada su distribución por el calentamiento global. Estas zoonosis son el origen potencial de muchas pandemias, así Valladares considera que “si revisamos qué es una pandemia o cómo ocurre una pandemia, se comprueba que en muchos casos es el resultado de una alteración en los ecosistemas, una degradación ambiental que favorece el salto de enfermedades infecciosas a especies humanas y que se ve amplificado por el cambio climático porque provoca ecosistemas estresados”. “Indudablemente, ahora tenemos tres grandes amenazas que hemos generado los seres humanos, una de ellas es el cambio climático, la más global, urgente y preocupante; en paralelo está también la pérdida de biodiversidad y la extinción voluntaria e involuntaria de especies que genera la especie humana”. UN BOOMERANG CONTRA NUESTRA SALUD “La pérdida de biodiversidad hay que verla también como una alteración de las funciones que realiza el ecosistema como, por ejemplo, mantener los patógenos a raya y reducir los riesgos de pandemias, pero el ecosistema tiene muchísimas más funciones como es dar de comer, de beber o de vestir. La naturaleza tiene muchas funciones y la pérdida de biodiversidad amenaza esas funciones. Esa es la segunda gran amenaza, y la tercera son todas las formas de contaminación atmosférica por nitrógeno, por plásticos, etc.”. Estos problemas también se vuelven como un boomerang en contra de nuestra salud, pero lo más general y común que podemos hacer individualmente, como dice el experto, es cambiar nuestra relación con la naturaleza, entender que necesitamos una naturaleza funcional, rica en especies y con menor carga de contaminantes en la atmósfera. En términos generales, eso, mantiene Valladares, “exige reducir nuestra huella ambiental y cambiar nuestro modelo socioeconómico”. Foto EFE. Hay varias conexiones muy estudiadas y mejor documentadas sobre la relación del calentamiento con la expansión de los vectores de enfermedades infecciosas, según Valladares. Para el biólogo, “esto son pinceladas, pero hay un montón de acciones tanto individuales como colectivas que podemos hacer, que son más completas y que están dirigidas a conseguir ese objetivo final que es, no seguir creciendo sin límite, no seguir produciendo y manteniendo un sistema económico que no conoce fin, porque son actitudes perfectamente insostenibles”. Según Fernando Valladares se trata de cumplir la agenda 2030 de objetivos de desarrollo sostenible. “Todos los países mayoritariamente los han adoptado, aunque realmente no estamos avanzando y llevamos seis años con estos objetivos, pero nos encontramos muy retrasados en sus logros”. Foto EFE. El biólogo Fernando Valladares. Foto cedida por el científico. Tenemos que “exigirnos y exigir a los responsables sociales una agenda política comprometida como ciudadanos y como consumidores porque, por ejemplo, no tiene sentido que compremos un aguacate que viene de 5.000 kilómetros de distancia. Hay muchas acciones individuales que se pueden realizar, pero que tienen que estar coordinadas con acciones colectivas”, concluye Fernando Valladares.