El cerro del águila

Son sólo quince kilómetros los que lo separan de la ciudad de Morelia. Llegar a sus faldas apenas toma unos minutos. Los citadinos suelen verlo -quizá- sin mayor atención mientras conducen o caminan por calles elevadas y dirigen la mirada al suroeste. Poco se advierte que se trata del cerro más alto del municipio (3 mil 080 metros), que capta 40 por ciento del agua que usan los morelianos y que, por raro que parezca, aún no ha sido esencialmente alterado su ecosistema, por lo que conserva procesos evolutivos y ecológicos que le permiten refugiar flora y fauna que, por perturbaciones humanas, es difícil ver en otro sitio cercano a la ciudad.

El cerro del Águila cubre aproximadamente 10 por ciento de la superficie del municipio de Morelia. Su área boscosa coadyuva a mitigar el impacto del calentamiento global. Sin embargo, no son sólo los beneficios a los seres humanos que habitan en las cercanías la única razón por la que debe ser protegido, sino porque ese espacio –del que cada metro tiene dueño- pertenece a animales y a la vegetación que habitan ahí y que en conjunto mantienen las funciones, flujos e interacciones del ambiente. Para su conservación no se requiere [casi] nada, más que dejar que continúe con sus procesos.

La Voz de Michoacán realizó varios recorridos en los que pudo confirmar la importancia ambiental del polígono del Cerro del Águila, así como las huellas de las perturbaciones humanas que se han registrado con el paso de los años. Además, se recogieron voces de propietarios, ejidatarios, expertos y las autoridades competentes.

Sobre el municipio y las autoridades estatales y federales recae la responsabilidad de una planeación rigurosa, real y con prioridades altamente definidas para que la mancha urbana crezca en áreas de expansión factibles -que sí las hay- y no en zonas con alto grado de fragilidad ambiental. Además de que se vigile y castigue el cambio de uso de suelo, la tala ilegal y el robo hormiga de animales, aves, orquídeas, tierra, madera, entre otros.

Sin embargo, la coordinación efectiva entre los tres niveles de gobierno se ahoga en la burocracia y en las numerosas dependencias que deben involucrarse, pues cada una trabaja bajo lo que le compete y para llegar a ellas hay que recorrer un largo camino de papeleo. Para rescatar al Cerro del Águila se requiere un trabajo integral, coordinado y simultáneo. Por ejemplo, si se abre una brecha cortafuegos coordinada por la Cofom, puede ligarse con Desarrollo Rural para que también sea camino para regar tierras y con Turismo para que funcione en actividades recreativas y así activar la economía de las comunidades cercanas. Pero esta coordinación se desdibuja en el vaivén de una oficina a otra.

Oficinas municipales como Instituto Municipal de Planeación (Implan), Turismo, Desarrollo Rural y Medio Ambiente, deben coordinarse con la Comisión Forestal del Estado de Michoacán (Cofom), Secretaría de Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Territorial (Semaccdet), Procuraduría Ambiental de Michoacán (ProAm) y, por la Federación, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), además de involucrar a investigadores, académicos y otros expertos. Si bien se han logrado importantes avances en el análisis del polígono del Cerro del Águila, los proyectos para conservar el área han visto pasar los años sin que se opere nada.

A esto se añade la corrupción que ha permitido construcciones descontroladas de fraccionamientos con amenazas de extenderse, dudosos permisos a fábricas, basureros e impunidad en delitos ambientales como cambio de uso de suelo para la instalación de monocultivos, como el aguacate.

Debido a la cercanía con la ciudad más grande del estado, este polígono, que está comprendido dentro de la cuenca del Lago de Cuitzeo, ha visto reducida su superficie forestal en 50 por ciento en los últimos 30 años. Los fraccionamientos y la alta proliferación de vías de comunicación son de las principales amenazas, sin pasar por alto que las tenencias y comunidades de los alrededores, debido a su condición de pobreza, son vulnerables a actividades antrópicas como la extracción de madera, la ganadería y los incendios forestales para usar el suelo en cultivos de aguacate y agave tequilero, que si bien, el plan actual para resguardar la zona involucra actividades de agricultura, ganadería y aprovechamiento de madera, se busca que sea de manera sostenible y sustentable.

Bajo la coordinación del Instituto Municipal de Planeación (Implan) se ha realizado un Estudio Previo Justificado que plantea la propuesta nombrada Área Municipal de Protección Hidrológica Cerro del Águila, desde el punto de vista biológico, físico, social, económico, cultural, ambiental y su zona de influencia y los elementos jurídicos y sociales. En resumen, el plan propone que se protejan 6 mil 099 hectáreas, por ser la principal zona de recarga del Manantial de la Mintzita, siendo El Águila, el cerro que capta el agua de lluvia transportándola a través de corrientes intermitentes y freáticas, un proceso natural y de servicio ambiental que se vería interrumpido de ser invadida el área.

Área natural protegida

El establecimiento y manejo de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) es una de las estrategias más importantes para procurar que los recursos naturales sean conservados de modo que puedan responder a las amenazas, así como a las necesidades materiales y culturales de la sociedad, siendo en cierta forma unidades productivas estratégicas generadoras de una diversa gama de beneficios que deben ser reconocidos y valorizados. Por ello es que el proyecto para que el polígono del Cerro del Águila sea ANP incluye capacitaciones y apoyo a agricultores, ejidatarios y habitantes de la zona rural para que el aprovechamiento de los recursos y sus actividades productivas sean sostenibles y autosustentables.

En virtud de ello, las autoridades estatales y municipales han estado reuniéndose con algunos ejidatarios para impulsar huertos de traspatio y la crianza de aves de corral, además de cultivos amigables con el entorno, todo ello con un enfoque orgánico, lo que, además de ayudar a preservar el ecosistema, dará un valor agregado a sus productos, por lo que podrán posicionarse de mejor manera en el mercado. Sin embargo, la comunicación y coordinación de todas las partes, queda aún lejana.

El gobierno municipal de Morelia desde hace años acaricia la posibilidad de declararlo Área Natural Protegida e informa de un objetivo claro general: “Proteger, restaurar, conservar y asegurar el aprovechamiento sustentable de los ecosistemas y de los recursos naturales presentes en el área, propiciando el equilibrio ecológico y garantizando la provisión de servicios ecosistémicos”. La meta, es lograrlo.