EL AGUA QUE USA MORELIA LLEGA DESDE EL CERRO
Texto: Jorge Ávila
Fotografía: Christian Hernández, Omar Cuiriz
La roca basáltica cubre casi en su totalidad al área que se busca proteger y asegurarle al Cerro del Águila. El basalto es una roca de color oscuro altamente permeable lo que permite una rápida infiltración del agua al subsuelo que recarga inmediatamente al acuífero superficial de la zona, por lo que el agua no viaja, se infiltra y cuyo exceso se manifiesta a través de los manantiales, como la Mintzita.
En uno de los recorridos se tuvo la fortuna de encontrarse con un fósil de una hoja de helecho, del que se ignora su antigüedad, sobre un cumulo de piedras volcánicas ubicadas en una de las fallas geológicas que dirige el flujo subterráneo del agua en la zona.
La ciudad de Morelia se ubica en la intersección entre dos provincias geológicas, hacia el sur se tiene volcanismo micénico; hacia el norte se observa la provincia del vulcanismo cuaternario del Cinturón Volcánico Transmexicana, representado por los volcanes monogenéticos que dan lugar al campo volcánico Michoacán-Guanajuato ó Corredor Tarasco.
La zona que comprende el Cerro del Águila es pues, de suma importancia para la captación, ya que los escurrimientos que llegan hasta dicho Manantial proveen el 40 por ciento del agua que se consume en Morelia.
El suelo del cerro está constituido por restos volcánicos, lo que hace que en zonas como la aledaña a San Nicolás Obispo y donde hoy está el fraccionamiento Villas del Pedregal sea lo que se denomina malpaís, compuesto por roca volcánica que facilita la filtración de agua al subsuelo.
Por eso es que, dada su permeabilidad, esta zona es de vital importancia para la recarga del acuífero que alimenta el Manantial de la Mintzita y los pozos profundos de la zona, que dan sustento tanto a la población como a las actividades agrícolas y ganaderas en las partes bajas del cerro.
Pero esta filtración de agua tiene un inconveniente creado por el ser humano: debido a la cercanía del relleno sanitario de Morelia con los afluentes subterráneos, el agua que llega a poblaciones como Tacícuaro está contaminada por la filtración de lixiviados del basurero al subsuelo. Incluso, en entrevista con este medio, Gil Sosa, vecino de Tacícuaro y propietario de terrenos en el Cerro del Águila, el agua que llega a la población incluso tiene mal olor, sin que las autoridades municipales se hayan pronunciado al respecto hasta el momento de hacer este trabajo.
En el tema de las regiones hidrológicas, la superficie que abarca la propuesta de Área Municipal de Protección Hidrológica Cerro del Águila coincide con la Región Hidrológica Prioritaria de Pátzcuaro y cuencas endorreicas cercanas.
La necesidad de que esta zona sea declarada como protegida radica, además de la biodiversidad que aloja, en la importancia hidrológica que tiene. Y es que, con la preservación de la flora que habita el cerro, la retención de suelos es mayor frente a fenómenos como la erosión, que es causada por el viento, la desecación, la extracción de tierra y otros materiales y, claro, por la deforestación que se hace, tanto en la modalidad hormiga (extracción de madera para leña) como la que se realiza con el fin de hacer el cambio ilegal de uso de suelo con miras a establecer huertas de aguacate. Pero también por la expansión inmobiliaria que desde hace al menos 20 años ha estado llenando de fraccionamientos el poniente de Morelia.
“Ven al Cerro del Águila y dicen que es uno de los pulmones de Morelia, sí, sí lo es, pero ahora ya no ven a sus faldas donde hay megafraccionamientos y donde antes los escurrimientos llegaban en esa zona y ahí se filtraban”, Ezequiel Chávez Tinoco, secretario del comisariado ejidal de Tacicuaro.
En entrevista, señala que lo que ahora se ha convertido en planchas enormes de concreto, antes captaba más agua -quizá- que incluso que el Cerro del Águila, por lo “que las autoridades deben impedir que se sigan construyendo”, pues temen que, tarde o temprano, la mancha urbana de Morelia y los fraccionamientos se unan se pierdan las zonas libres de desarrollos habitacionales.
En el Cerro del Águila, la retención de suelo, entendida como la capacidad que tiene el terreno para prevenir la erosión, es 4 toneladas por hectárea al año, y algunas áreas llegan a tener entre 6 y 56 toneladas de suelo por hectárea por año, lo que, como ya se dijo, facilita la captación de agua.
Por estudios que han hecho autoridades municipales de Morelia, tomando en cuenta datos como la textura del suelo, el contenido de materia orgánica y el nivel volumétrico de agua, se determinó que el polígono que se pretende declarar como ANP posee una gran capacidad de infiltración, especialmente en la cima del Cerro del Águila y las laderas que la rodean.