PROTEGER AL CERRO, ESTAMOS A TIEMPO

Texto: Jorge Ávila, Omar Cuiriz
Fotografía: Christian Hernández, Omar Cuiriz

Las grandes poblaciones dependen de los servicios del ecosistema para su sustento. La importancia ambiental del Cerro del Águila es incuestionable y el municipio de Morelia tiene la fortuna de tener tres cuartas partes de él dentro de su territorio. Los habitantes de esta demarcación se benefician -por mencionar sólo un ejemplo- de su tupido pero frágil bosque de encino que captura dióxido de carbono y devuelve oxígeno, lo que lo convierte en un elemento vital para el municipio en la lucha contra el cambio climático.

Además de hospedar naturalmente a distintas especies de animales y vegetales, filtrar ruido y reducir la erosión del suelo, este cerro infiltra agua que llega a manantiales y que usa la población. De lo anterior, es consciente el Ayuntamiento de Morelia por lo que desde hace años acaricia la posibilidad de que el Cerro del Águila sea declarado Área de Protección Hidrológica, pues desde hace años ha sido víctima de la depredación ambiental producto del cambio, legal e ilegal, de uso de suelo para la instalación de monocultivos como el aguacate, la extracción ilegal de madera y la voracidad inmobiliaria, lo que ha conducido a la proliferación de conjuntos habitacionales en detrimento de importantes zonas de filtración de agua.

El establecimiento y manejo de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) es una de las estrategias más importantes para procurar que los recursos naturales sean conservados de modo que puedan responder a las amenazas, así como a las necesidades materiales y culturales de la sociedad, siendo en cierta forma unidades productivas estratégicas generadoras de una diversa gama de beneficios que deben ser reconocidos y valorizados.

El municipio de Morelia cuenta en la actualidad con predios decretados como Áreas Naturales Protegidas (ANP) con una superficie global de mil 157.67 hectáreas, de los cuales 2 corresponden a parques urbanos ecológicos y 5 a zonas sujetas a preservación ecológica: Cerro del Punhuato, exescuela agrícola denominada La Huerta, Manantial La Mintzita, Fideicomiso de Ciudad industrial de Morelia, Bosque Francisco Zarco, Loma de Santa María y depresiones aledañas y el Bosque Lázaro Cárdenas.

En julio de 2020 se dio a conocer que el Cabildo de Morelia había aprobado por unanimidad que las áreas de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Planeación realizaran los estudios técnicos correspondientes para que el Cerro del Águila pueda ser nombrado Área Natural Protegida de competencia municipal; dicho punto de acuerdo fue presentado por el regidor Moisés Cardona Anguiano.

En noviembre de ese mismo año, el Ayuntamiento señaló que el procedimiento para poder nombrar al Cerro del Águila, como zona natural protegida, podría definirse entre finales de ese año e inicios de 2021, bajo la perspectiva de que esto disminuya los efectos negativos sobre el medioambiente.

La dirección de Medio Ambiente de Morelia hizo saber a esta casa editorial, que los requisitos de estudio e investigación de la zona, prácticamente ya se realizaron con apoyo de académicos e investigadores principalmente de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y de la UNAM Campus Morelia. Se trata de un documento –al que se tuvo acceso- de más de cien cuartillas que reúne información exacta sobre los servicios del cerro, las divisiones de ejidos, propiedades privadas, asentamientos, hectáreas, especies, etc.

La investigación que realizó La Voz de Michoacán, confirma que ya hay suficientes estudios que demuestran lo invaluable que resulta conservar el Cerro del Águila, sin embargo, se comprobó también que aún queda un largo camino burocrático para la coordinación con ejidatarios, propietarios, fraccionadoras, dependencias de los tres niveles de gobierno y más involucrados.

Además, para cumplir con las expectativas -compartidas entre autoridades, pobladores y propietarios- de que la zona pueda ser un centro ecoturístico que simultáneamente proteja al cerro y active la economía de las localidades marginadas en las faldas del cerro y que estas reciban capacitaciones y apoyos de manera recurrente y actualizada para el aprovechamiento sostenible de las tierras, también se nota lejano.

POLÍGONO DENOMINADO: ÁREA MUNICIPAL DE PROTECCIÓN HIDROLÓGICA “CERRO DEL ÁGUILA”

El Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN), realizó el diagnóstico y caracterización de la zona que rodea el cerro dentro del territorio de Morelia. Se trata de un polígono que no tiene fraccionamientos pero que limita con ellos y que precisamente se busca que se construyan nuevos o más etapas de los que ya existen. Colinda también con el Manantial de la Mintzita.

La superficie que comprendería esta Área de Protección Hidrológica es de 6 mil 033 hectáreas, con una disección vertical que va de los mil 900 a los 3 mil 080 metros sobre el nivel del mar, siendo, como ya se dijo más arriba, la principal zona de recarga de la Mintzita. Se encuentra también en medio de las vías de comunicación Morelia-Quiroga y Morelia-Pátzcuaro.

El área representa una zona muy importante para la provisión de servicios ecosistémicos para la sociedad, pero en los últimos 18 años ha experimentado cambios de uso del suelo que son significativos y que representan tendencias de cambio que podrían agravarse en el corto, mediano y largo plazo.

En un análisis del cambio de uso del suelo, realizado por el Instituto Municipal de Planeación de Morelia mediante la interpretación de imágenes satelitales, se estimó que en 18 años (de 2000 a 2018), la mancha urbana creció 70.53 hectáreas dentro del área del Cerro del Águila. Asimismo, se perturbaron 104 hectáreas y se deforestaron otras 26.62.

Sin embargo, es importante precisar que ese análisis se llevó a cabo a una escala cartográfica de 1:50,000, y que otros análisis como la digitalización de huertas de aguacate, presentes en el área, han permitido evidenciar, a una escala mayor (1:10,000), el cambio de uso del suelo por este tipo de huertas, las cuales son una presión importante sobre las cubiertas forestales del Cerro del Águila y, por lo tanto, ponen en riesgo la provisión de servicios ecosistémicos.

Se ha determinado que el Cerro del Águila presenta distintos grados de fragilidad ambiental, entendida como el potencial de afectación, transformación o cambios irreversibles que puede sufrir un ecosistema a causa de perturbaciones naturales o antropogénicas.

En el caso de este polígono, su grado de fragilidad ambiental se determinó mediante la metodología desarrollada en la “Guía de elaboración de programas de gestión de riesgo y ordenamiento territorial”, publicada por la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano en 2017. Las variables determinantes de la fragilidad ambiental son el relieve, pendientes, precipitación, suelo y vegetación. El modelo clasifica cada una de las variables de acuerdo con el grado de fragilidad y posteriormente las combina para obtener la fragilidad total.

El área en mención presenta una fragilidad ambiental muy alta y alta en los piedemontes y cima del cerro, mientras que el lomerío de la parte baja del cerro presenta fragilidad baja.

Como objetivos específicos, las autoridades se han planteado que se consolide el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales sin menoscabo a los ecosistemas. Además, proteger la biodiversidad de flora y fauna, incluyendo las especies endémicas y las que se encuentran sujetas a alguna categoría en la lista de la NOM-059-SEMARNAT; fortalecer el tejido socioeconómico de las comunidades a través de la protección de los recursos naturales de los cuales la población hace uso para la obtención de recursos económicos, restaurar las zonas que presenten degradación forestal y aquellas deforestadas y establecer un plan de manejo que estipule las zonas donde se puede realizar un aprovechamiento de los recursos por las comunidades que la habitan y zonas destinadas a la conservación de la cubierta vegetal.

EJIDOS, FACTOR CLAVE

Para el plan de proteger el polígono del Cerro del Águila los ejidatarios, junto con los propietarios de terrenos, juegan un papel fundamental, al ser ellos, primero, los mayores afectados o beneficiados con las acciones de gobierno que se determinen en la zona, pero también por ser quienes mejor conocimiento tienen del cerro, de sus debilidades, de la flora y fauna que ahí habita.

Y es que, en una charla con el equipo de La Voz de Michoacán, critican que el Ayuntamiento tenga la intención de proteger el cerro pero que cuando se les pide apoyo a las autoridades para abrir brechas o destinar recursos, se topan con la burocracia, al tener que peregrinar de dependencia en dependencia sin que haya una respuesta a sus peticiones.

Pero también acusan que no hay vigilancia de parte de las autoridades, pues no sólo está el problema de las huertas de aguacate, que no cuentan con permiso municipal, sino que también constantemente detectan a cazadores que se meten a predios privados, incluso rompiendo puertas, para cazar, según ellos, conejos, pero saben que en el cerro también se cazan los venados que aún viven en las partes más elevadas.

A ello se suma que no hay un adecuado manejo forestal por parte de las autoridades para el control de plagas o incendios en el cerro, por lo que, al no contar con brechas para mejor acceso, un incendio o una plaga en el arbolado podría desencadenar daños al ecosistema en grandes proporciones.

El municipio de Morelia cuenta con un total de 88 ejidos en todo su territorio, y de esos, 84 cuentan con certificación tanto del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE) como del Programa de Regularización y Registro de Actos Jurídicos Agrarios (FANAR). En conjunto estos ejidos abarcan un área aproximada a las 65 mil 106 hectáreas, lo cual representa el 54.95 por ciento de la superficie del municipio.

En el área natural del Cerro del águila hay 18 ejidos: Coapa, Cointzio, Cuanajillo, El Reparo, Huatzanguio (municipio de Lagunillas), Jesús Huiramba (municipio de Huiramba), Joya de Buenavista, Joya de la Huerta, La Estancia, La Mintzita, Las Pilas (municipio de Lagunillas), Los Laureles, San Antonio Parangare, San José Coapa, San Nicolás Obispo, Santiago Undameo, Tacícuaro y Tiripetío. De esos, sólo Joya de Buenavista y San José Coapa tienen clasificación forestal; es decir, sólo 486.85 hectáreas de las 2 mil 881.63 que abarcan los ejidos. Todos los demás están dedicados a la agricultura.

El Ayuntamiento de Morelia ha dicho que para proteger el cerro se tiene contemplado apoyar a los ejidatarios y propietarios con el pago por servicios ambientales, además de brindarles capacitación para la instalación de cultivos de traspatio y la crianza de aves de corral, todo ello con un enfoque orgánico para dar valor agregado a sus productos. Sin embargo, Gil Sosa, propietario de un predio en la parte media del cerro, comentó que el pago por servicios ambientales es mínimo, alrededor de mil pesos por hectárea al año, lo que resulta insuficiente para quienes viven de sus tierras.

EJIDATARIOS, CON SUS RESERVAS

El regidor Moisés dijo en julio de 2020 que desde el Cabildo estaban urgiendo para que el Cerro del Águila pueda ser nombrado Área Natural Protegida de competencia municipal y que desde meses anteriores estaban teniendo reuniones con ejidatarios pero que éstos tendrían la última palabra, para lo que harían “sus asambleas para poder determinar si efectivamente le entran al proyecto o no”.

En noviembre de dicho año, el Ayuntamiento señaló que el procedimiento para poder nombrar al Cerro del Águila como zona natural protegida podría definirse entre finales de ese año e inicios de 2021, bajo la perspectiva de que esto disminuya los efectos negativos sobre el medioambiente.

En entrevista con La Voz de Michoacán, Esteban González Luna, director de Medio Ambiente de Morelia, informó que han estado reuniéndose con ejidatarios de la zona para impulsar distintas acciones en beneficio de los ejidatarios y dueños de predios a fin de que ya no tuvieran que recurrir a la tala para vender madera.

Sin embargo, ejidatarios y propietarios de Tacícuaro tienen una versión distinta. La comisaria ejidal, Elba Sosa, contó que luego de que se diera a conocer lo anterior, se dieron a la tarea de solicitar una cita con el regidor Moisés Cardona Anguiano, en el Ayuntamiento, puesto que la autoridad municipal nunca se había acercado a ellos.

“Nosotros no conocíamos esa información, nosotros fuimos los que nos acercamos y preguntamos por qué no nos contemplaron si tenemos 260 hectáreas. Queríamos saber por qué estaban dando por hecho que nosotros sabíamos lo que querían hacer”, reprocha la ejidataria.

Por otro lado, coincidieron en que es responsabilidad del Ayuntamiento buscar y reunir a los ejidatarios y propietarios, pues tienen la tecnología y la información que se requiere, pero que en cambio, les dicen que entre ellos se organicen y hablen.

Elba Sosa señala que ellos están dispuestos a cooperar con la conservación y protección del cerro, pero que hasta el momento no se ha ayudado en nada, “ni siquiera con posibilidad de hacer una brecha para subir a apagar incendios y vigilar los ejidos”. Agregaron además que se les ofreció darles un monto mensual pero que no alcanza ni para pagarle a un vigilante.

Se les cuestionó acerca de que las autoridades veían con desconfianza abrir brechas porque con ello se abría la posibilidad de instalar huertas de aguacate, a lo que señalaron que “los aguacateros no ocupan del gobierno para hacer brechas, ellos simplemente ven un terreno bueno y hacen caminos por donde quiera. Los ejidatarios de Tacícuaro no tenemos planes de aguacate”, sentencia Ezequiel Chávez Tinoco, secretario del ejido.

Dijeron que los ejidatarios están dispuestos a colaborar con el Ayuntamiento, siempre y cuando no les afecte, y mostraron temor de que declaren zona protegida y 10 ó 15 años después quiten el nombramiento, se den permisos para fraccionadoras y se pierdan las tierras.

“Simplemente no vamos a llegar a decir sí al área protegida y ya, tiene que ser bajo términos y condiciones para que después el gobierno no pueda hacer con ella lo que quiera”, sentencia el secretario del ejido.

En entrevista con La Voz, los ejidatarios dijeron que las autoridades reconocen que el Cerro del Águila es un pulmón de Morelia, pero que no ven a sus faldas todos los fraccionamientos que están donde se captaba hasta más agua que en el cerro, y prevén que, tarde o temprano, la zona que aún queda entre los desarrollos habitacionales y la mancha urbana se va a llenar también de más fraccionamientos y colonias.

Estos dueños de hectáreas, destacan que también las autoridades no destinan personal ni recursos para llevar a cabo un adecuado manejo de plagas, para retirar árboles enfermos que puedan contagiar a otros y reponerlos por plantas jóvenes y sanas, de tal manera que haya mayor equilibrio en la parte forestal.

En lo que sí coinciden con la dirección de Medio Ambiente de Morelia es sobre la viabilidad de fomentar el ecoturismo en las comunidades, para que la gente pueda acudir a San Nicolás a comprar artesanías, o a Tacícuaro a la teja o a Capula por la alfarería, pero también pueda comer en alguna de las localidades, donde también se brinden servicios turísticos como senderismo, campamentos, actividades de aventura y demás atractivos que, sin afectar al entorno, les permitan a los pobladores tener una fuente de ingresos sin tener que degradar el ecosistema.

Pero, aunque se entusiasman cuando se aborda ese tema, el ánimo decae cuando recuerdan que para esto se necesita apoyo del gobierno, en capacitación y dinero. Finalizan con una reflexión: “Lo malo es que en cada periodo electoral nos visitan los políticos y prometen muchas cosas, pero luego, ya en el cargo, nunca se vuelven a parar”.