Biodiversidad bajo amenaza

Texto: Omar Cuiriz
Fotografía: Christian Hernández, Omar Cuiriz

Cuando los primeros rayos del sol tocan las copas de los árboles, el peculiar canto de los jilgueros se expande desde las alturas hasta las barrancas del cerro. El eco que da un toque de misterio anuncia el inicio de un nuevo ciclo del bosque mientras las hierbas, arbustos y los árboles van reflejando los colores dorado y naranja del amanecer. Observar cómo inicia esta rutina natural resulta una experiencia espléndida e increíble de que suceda tan cerca de una gran urbe como Morelia, que ha olvidado ya estos escenarios.

Basta con caminar 20 minutos cuesta arriba para dar cuenta de que, casi sin interrupciones, aún se viven los procesos de este ecosistema en riesgo. Sin embargo, no se puede ignorar que en el horizonte también aparecen fraccionamientos gigantes y asentamientos que de alguna u otra manera amenazan al cerro más alto del municipio, el Cerro del Águila.

Mientras el sol continúa elevándose al ritmo de la caminata, nuevos sonidos y colores van apareciendo. Dejar atrás la mitad del cerro y llegando al Bosque de Encino, un sonido áspero se filtra sobre las puntas de los encinos y pinos, se trata del graznido de cuervo grande que eleva su vuelo en grandes círculos y apenas puede vérsele entre los espacios abiertos de las copas de los árboles. Resulta fascinante para los sentidos. Sin embargo, superando los 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar, el sonido del cuervo no es lo único que se escucha: también el ruido de música expandida con una bocina -desde una de las localidades cercanas- invade el ambiente natural del bosque.

En el primer recorrido hasta la cima del cerro se percibió que, estando por arriba de los 3 mil metros, el sonido de autos y música con fuerte volumen llega hasta esa altura, alterando las condiciones del ambiente. Es contaminación.

Subir al Cerro del Águila es encontrarte con distintos escenarios naturales que proporciona la vegetación que habita dependiendo de la altura a la que se esté. Al iniciar la subida desde Cuanajillo Grande, el excursionista se encuentra con un camino de piedra volcánica de unos 500 metros, en él abundan a la vista espesas telarañas con arácnidos esperando a su presa, hormigueros y saltamontes perezosos. Al remover alguna piedra se escabullen ciempiés y algunas de las aún no registradas especies de insectos.

Más arriba, en el bosque de encino, el suelo se cubre con varias capas de hojas secas de todas las especies de este árbol. Son alrededor de 800 metros de este tipo de suelo ruidoso y resbaladizo, en el que se pudo visualizar la presencia de correcaminos y se escucharon los pasos de un mamífero de tamaño mediano, además de una gran variedad de cantos de aves.

Superando los 2 mil 800 metros de altura sobre el nivel del mar el suelo se cubre con un rojizo huinumo, las hojas del pino. El paso se vuelve más silencioso y amortiguado. Aquí se registraron excretas de venado y conos o piñas carcomidas por ardillas voladoras.

Lugar privilegiado para la fauna

Michoacán se ubica entre los 10 primeros estados en riqueza de especies de reptiles, mamíferos, anfibios y aves y microorganismos que en conjunto componen los procesos biogeoquímicos de los distintos ecosistemas del estado. Esta biodiversidad y la gran cantidad de endemismos que se registran está asociada a la enorme heterogeneidad de ambientes, suelos y climas que se distribuyen a lo largo del territorio, de acuerdo con estudios citados por el Instituto Municipal de Planeación (Implan), en su diagnóstico y propuesta de protección al polígono denominado “Cerro del Águila”.

El estado se encuentra en un sitio muy privilegiado respecto a diversidad de especies. Dentro de los vertebrados en Michoacán se registran 508 especies de peces, 54 anfibios, 163 de reptiles, 561 aves y 164 mamíferos terrestres.

Dentro del área que se busca proteger y que rodea parcialmente al cerro, se tiene un registro de un total de 83 especies, entre peces (5), anfibios (8), reptiles (10), aves (42) y mamíferos (20). Para el área de La Mintzita se han registrado un total de 185 especies, de acuerdo con los datos recolectados por el Implan.

Es importantísimo hacer esfuerzos de conservación, que preserven sus hábitats, aunado a los servicios ecológicos que brindan, como la dispersión de semillas, el flujo de energía, el control de las cadenas tróficas y el mantenimiento de los diferentes estratos de vegetación.

La evidente aceleración del desarrollo de fraccionamientos, bajo la autorización de las últimas administraciones municipales, provocó que especies de fauna huyeran de sus hábitats tras la invasión de constructoras, para refugiarse en el Cerro del Águila y otros cerros aledaños. Estudios e investigaciones, como la realizada en 2006 por Erna Martha López Granados, advierten que los bosques cerrados en la cuenca del Lago de Cuitzeo, donde se localiza el Cerro del Águila, han disminuido su extensión en un 50 por ciento durante los últimos 30 años.

Esteban González Luna, director de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Morelia, señaló que administraciones pasadas del municipio de Morelia dieron permisos a desarrolladoras inmobiliarias para que se instalaran en lugares que no debían, pero que actualmente se está frenando el fenómeno y que por el momento no hay más permisos.

La declaración para La Voz de Michoacán es importante porque se espera que se detenga el crecimiento de nuevas etapas de fraccionamientos como Villas del Pedregal y otros que están al pie de lo que las autoridades municipales han nombrado “Área Municipal de Protección Hidrológica Cerro del Águila”.

Aves: si te quedas quieto, aparecen

En el municipio de Morelia se reportan 313 especies, repartidas en 20 órdenes, 53 familias y 181 géneros. Representando el 57.22 por ciento de la ornitofauna reportada para el estado y el 27.87 por ciento para el país. Colocando al municipio como una de las entidades con mayor diversidad de este grupo.

Para el Área de Protección Hidrológica del Cerro del Águila se registraron 42 especies de 24 familias, siendo Parulidae y Tyrannidae las más representativas, de acuerdo con los estudios citados por el Implan. De estas, 8 se registran dentro de la NOM-059-SEMARNAT: 6 sujetas a protección especial, Attila spadiceus, Buteo jamaicensis, Junco phaeonotus, Melanerpes formicivorus, Sitta carolinensis y Vireo gilvus, una en la categoría de amenazada, Melanotis caerulescens y una en peligro de extinción Regulus calendula.

La presencia de las aves en el Cerro del Águila indica poca perturbación al ser sensibles a cambios mínimos.

En las caminatas por el cerro se escuchó el misterioso canto del jilguero (Spinus psaltria), se cruzó con el ágil vuelo del chapulín (Pyrocephalus rubinus), que va dejando una estela roja a su paso, y se observó el imponente y calculador vuelo de buitres americanos o Zopilote Aura (Cathartes aura) que se turnan los vientos con el cuervo grande (Corvus corax).

En estos recorridos también se registró un correcaminos (Geococcyx velox) que iba saltando por las hojas secas y que no intentó huir, pero mantuvo su distancia.

Sin embargo, el vislumbramiento de otras especies tiene una condición: guardar silencio y no moverse. La Voz de Michoacán realizó estos recorridos, no con la intención de invadir los espacios, sino que en visitas con sumo cuidado y respeto, poder dar a conocer a la población la belleza y la variedad de la flora y la fauna, así como crear conciencia acerca de la multitud de beneficios que la conservación de estas formas de vida tiene para la nosotros mismos.

Andar sobre las hojas secas del bosque de encino provoca un ruido fuerte y escandaloso que alerta a los animales en su hábitat, que sólo continúan sus tareas hasta asegurarse de que no hay peligro. Las aves, principalmente colibríes y jilgueros, así como el chapulín, pueden verse y escucharse si por rato se guarda silencio, incluso el golpeteo sobre la madera de un pájaro carpintero bellotero (Melanerpes formicivorus) pudo ser captado.

En uno de los recorridos se logró ver a una familia de pájaros carpinteros que picaban la madera en dos árboles de encino. Este ruido se dispersa a varios metros a la redonda. Este fenómeno, que debería ser ininterrumpido, se captó, desafortunadamente, justo en árboles enraizados en la división de una de las nuevas huertas de aguacate. Platicando con propietarios, comentaron que quizá el agua los hace quedarse en las periferias de las huertas, “ignorando que el agua que las está hidratando proviene de algunos que pueden convertirse en su peor amenaza”.

De acuerdo con una encuesta realizada a través de redes sociales por La Voz de Michoacán, 80 por ciento de los encuestados considera que en el municipio de Morelia no existen especies como Melanerpes formicivorus, Pyrocephalus rubinus, Cathartes aura, Buteo jamaicensis. Ya sea por su exótica apariencia o las creencias de que habitan sólo en lugares lejanos en otros países. Sin embargo, es justo el tesoro natural del Cerro del Águila, que dentro del municipio de Morelia preserva esta invaluable biodiversidad.

Pajaro carpintero

Mamíferos habitantes y endémicos

Tres especies de mamíferos son endémicas al estado de Michoacán: Rhogeessa mira, Peromyscus winkelmani y Zygogeomys trichopus, que son un murciélago, un ratón de campo y una tuza, respectivamente. Dentro del Programa de Manejo de la Zona Sujeta a Preservación Ecológica “Manantial La Mintzita" y su Zona de Amortiguamiento, del municipio de Morelia, se tiene un registro de 29 especies agrupadas en 12 familias, entre los cuales hay presencia de mastofauna, meso fauna, como es el caso del coyote (Canis latrans), el tlacuache (Didelphys virginiana) y varias especies de ratones de campo.

Dentro de la zona que se busca proteger se tienen registradas 20 especies distribuidas en 8 familias, donde las más dominantes son Soricidae y Cricetidae (musarañas y roedores)

A partir del trabajo propio de campo se registró y capturó una imagen de excremento de venado, además de la evidencia capturada de hombres cazadores de conejos de campo; sin embargo, estos dos mamíferos no se incluyen en las 20 especies que tiene registradas el proyecto liderado por el Implan “Área Natural Protegía Hidrológica Cerro del Águila”.

Gil Sosa, propietario de un predio en el Cerro del Águila, cuenta que hace años –no se sabe quiénes- soltaron venados y que estos son vistos con frecuencia: “En reuniones que tuvimos entre ejidatarios, propietarios y el Implan, les hice la observación de que había datos que no se estaban incluyendo en la información que se tiene como oficial, como es el caso de los conejos y venados. Incluso hay quienes aseguran que hay felinos”, señala Gil Sosa.

Los mamíferos contribuyen en el flujo energético consumiendo grandes cantidades de alimento, diseminando semillas, transportando micorrizas y removiendo los suelos, entre otras labores naturales.

Peces, anfibios y reptiles

Dentro de la zona de La Mintzita se registraron 13 especies de peces de 5 familias, de las cuales 9 son especies nativas y 4 son introducidas. Dentro de esas especies dos se encuentran amenazadas, de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT: Skiffia lermae y Zoogoneticus quitzeoensis.

La transformación del hábitat, contaminación de los cuerpos de agua, sobreexplotación de las especies e introducción de especies exóticas son la principal razón de que poco más de la mitad de las especies que habitan el territorio mexicano se encuentran en algún grado de riesgo de extinción, por lo que los anfibios y reptiles se encuentran en una situación de conservación muy compleja, por lo que para garantizar la permanencia de estas especies a futuro es necesario realizar -ya- acciones que vayan encaminadas a la conservación del hábitat de estas especies, recalcan especialistas citados, quienes han estudiado y publicado al respecto como José Luis Aguilar López y Luría Manzano.

Vegetación vulnerable

La gran necesidad de decretar el Área Municipal de Protección Hidrológica “Cerro del Águila”, incorporándola al Sistema Municipal de Áreas de Valor Ambiental, permitirá resguardar vegetación ampliamente distribuida en la zona de bosque, considerada frágil y altamente vulnerable, principalmente ante el efecto del establecimiento de huertas de aguacate y al crecimiento de la mancha urbana. Protegerá al menos 20 especies de hongos, y mil 631 de flora, salvaguardando así la variedad genética que representa.

El Cerro del Águila se encuentra expuesto a distintas presiones, como incendios forestales, cambio de uso de suelo y deforestación, principalmente con el fin de establecer cultivos agrícolas, frutícolas, pastizales y la limpieza de los mismos. Esto tiene consecuencias directas en la erosión del suelo, reducción en la calidad y disponibilidad del agua, alteración del balance hidrológico, entre otros.

Los recorridos permitieron confirmar que las partes bajas de la zona tienen presión por el crecimiento de los asentamientos humanos, ganadería extensiva y agricultura, por lo que se presentan grandes niveles de erosión del suelo; sin embargo, una de las mayores preocupaciones es el crecimiento de las huertas de aguacate, las cuales se han ido extendiendo hacia las zonas altas del cerro, cambiando la cubierta de áreas que presentaban un buen estado de conservación.

A pesar de ello el Cerro del Águila sigue siendo una de las zonas mejor conservadas del municipio, ya que alrededor del 70 por ciento de su área se encuentra cubierta por vegetación arbórea y arbustiva.

Agave cupreata, bello y endémico

El agave mezcalero (cupreata), que es endémico de Michoacán, llega a tornarse en una roseta de un metro de ancho y 80 centímetros de alto, con pencas verde brillante con espinas grandes y curvas de color cobre. Su inflorescencia mide hasta 6 metros. De acuerdo con estudios, no se reproduce vegetativamente, lo cual ocasiona que su explotación para producción de mezcal, justo antes de producir flores y frutos, impida que las poblaciones sobrevivan.

En el Cerro del Águila pudieron observarse entre las piedras volcánicas y en suelos semiáridos desde las faldas hasta los 2 mil 300 metros donde comienza el Bosque de Encino. Lucen de todos los tamaños y no es común encontrarlos solos, sino que en determinadas áreas se pueden ver desde unos pocos hasta decenas de ellos.

Especialistas alertan que las poblaciones de esta planta han sido diezmadas en el estado por la cosecha de agaves maduros justo antes de su floración para producir mezcal en destilerías artesanales, lo cual impide la reproducción natural de la especie. Antes de que los que hay en el Cerro del Águila sean afectados, urge establecer su protección, así como capacitaciones entre los pobladores de las localidades cercanas para que –de darse–, sea una producción sustentable con una obligada forestación.

Bosques de encino

Con variaciones de acuerdo al lado explorado, el Bosque de Encino se encuentra entre los 2 mil 300 y 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar.

Dentro del bosque de encino se llegó a observar en el trabajo de campo a un par de madroños (Arbutus xalapensis), un arbusto o árbol que se caracteriza porque su corteza se desprende dejando el tronco liso de color rojo ladrillo muy intenso. Años atrás solían verse varios árboles de este tipo, pero su madera es usada comúnmente para leña y la elaboración de carbón. Esta madera también es utilizada y es muy apreciada en el estado para la fabricación de artículos del hogar y artesanías como recipientes, estantes, platos y juguetes.

La tala sin reforestación poco a poco ha provocado que el madroño se vea cada vez menos, comenta el propietario Gil Sosa.

Los bosques de Quercus o encinares son comunidades vegetales muy características de las zonas montañosas de México, además de que el país es considerado como uno de los centros de diversificación de encinos más importantes del mundo, señalan estudios de la UNAM.

El encino es considerado como una especie clave en los ecosistemas, debido a la extensa y compleja red de interacciones que forma con otros organismos como hongos, bacterias, insectos y epífitas, y la variedad de servicios ecosistémicos que proveen, ejemplo de ello es la producción de oxígeno, captura de dióxido de carbono, filtración de ruido, reducción de la erosión del suelo, infiltración de agua, regulación de temperatura y hospederos naturales para distintas especies animales y vegetales.

Dentro de esta categoría, en el Cerro del Águila se encuentran los bosques de Q. desertícola, Q.castanea-Q.obtusata y Q. rugosa, donde las especies más representativas fueron las siguientes: Quercus deserticola, Quercus castanea, Quercus Obtusata, Quercus candicans, Quercus rugosa, Quercus crassipes, Quercus candicans, Ipomoea murucoides, Forestiera phyllyreoides, Bursera cuneata, Opuntia tomentosa, Arbutus xalapensis, Ageratina mairetiana y Ceanothus caeruleus., de acuerdo con los datos citados por el Implan.

Bosque de pino

Rebasando los 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar, los pinos alcanzan hasta los 30 metros de altura, y a simple vista el tronco se observa fuerte y recto, libre de ramas y con diámetro hasta de un metro.

Los bosques de pino son sumamente importantes para la conservación de los servicios ecosistémicos ya que retienen el agua de lluvia, facilitan que se infiltre al subsuelo y se recarguen los mantos acuíferos. Disminuyen la erosión al reducir la velocidad del agua y sujetar la tierra y reducen el riesgo de inundaciones. En el proceso de fotosíntesis, los árboles, como todas las plantas, capturan dióxido de carbono y devuelven oxígeno. Ofrecen multitud de hábitats distintos para una gran variedad de seres vivos.

El bosque de pino en el Cerro del Águila se localiza en la cima. Se distribuye entre los 2 mil 600 a 3 mil 080 metros sobre el nivel del mar. Las especies más comunes encontradas son: Pinus leipohylla, P. montezumae, P. pseudostrobus, P michoacana, P. teocote, P. oocarpa y P. pringeli, de acuerdo con fuentes citadas por el estudio del Implan.

Los bosques de Quercus-Pinus se encuentran distribuidos en muchos de los sectores del país, abarcando cerca del 15 por ciento del territorio. Se caracterizan por su alta diversidad florística y ecológica (Rzedowski, 2006).

Las especies con más registro son las siguientes: Quercus laurina, Quercus rugosa, Q. magnolifolia, Q. candicans, Qcrassifolia, Pinus pseudostrobus, Lippia mexicana, Clethra mexicana y otras 8 especies.

Encinares con diversidad de orquídeas

Los encinares han sido tradicionalmente explotados por las comunidades para la obtención de leña y carbón. Esto hace que los pobladores de las comunidades aledañas a los bosques de encino talen los árboles, lo que impacta negativamente en el ecosistema. Los encinos, además, aportan gran diversidad de orquídeas epífitas endémicas, que son plantas muy apreciadas en el mercado. Representan un elemento importante en la diversificación del aprovechamiento de las especies ornamentales de México, pero se tiene una extracción ilegal de esta planta, que de por sí peligra por la alteración y destrucción del hábitat.

El año pasado, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) dio a conocer que la entidad michoacana se ubica entre las primeras 5 a nivel nacional en cantidad de orquídeas silvestres, pero su principal amenaza es la extracción ilegal de especímenes para su comercio, lo que pone en riesgo a algunas en la categoría de peligro de extinción.

La Ley General de Vida Silvestre prevé que las personas que extraen ejemplares de orquídeas de su medio natural sin la autorización de la Semarnat se hacen acreedoras a una sanción administrativa que consiste en una multa que va de las 50 a 50 mil veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA). Sin embargo, como señala el propietario Gil Sosa, el Cerro del Águila es como tierra de nadie, pues cualquiera puede ingresar y cazar, robar, cambiar el uso de suelo sin que se regule nada.

“El establecimiento y conservación de nuevas áreas naturales protegidas para el municipio de Morelia es de suma importancia, ya que preservan no sólo la biodiversidad, sino también los servicios ecosistémicos que estas áreas proveen, los cuales son vitales para el desarrollo de cualquier sociedad. Entre los diversos beneficios que nos provee un área natural se encuentran: la regulación climática, la captura de carbono, la regulación hídrica, la prevención de erosión de los suelos, la infiltración del agua y recarga de acuíferos, aumentando su calidad y disponibilidad, el mantenimiento de la biodiversidad, la belleza escénica, la provisión oxígeno, alimentos y materias primas, el hábitat para la vida silvestre, entre otros”, cita el proyecto al especialista Levy Balvanera.

Dentro del territorio del municipio de Morelia se encuentra el área conocida como Zona Sujeta a Preservación Ecológica Manantial La Mintzita, y el Cerro del Águila es su principal zona de recarga. Debido a esto, existe una gran necesidad de decretar el Área Municipal de Protección Hidrológica Cerro del Águila, incorporándola al Sistema Municipal de Áreas de Valor Ambiental, para garantizar el buen manejo y protección de los recursos naturales del municipio a través de un estatus jurídico que garantice su legalidad y protección, por medio de la Declaratoria y el Programa de Manejo Respectivo.